Las obras de Jules de Balincourt (París, 1972) tienen un aura de inocencia y sosiego: los hombres y mujeres jóvenes de sus pinturas están tranquilos, como disfrutando en comunidad de una mañana de domingo en una ciudad indefinida o de unas apacibles vacaciones en grupo.
Itinerant Ones (Los itinerantes) —en la galería Victoria Miro de Londres hasta el 20 de diciembre— presenta trabajos recientes del pintor francés residente en Nueva York. Hijo de hippies, pasó su infancia y adolescencia en California y se crió en un ambiente liberal que influyó de manera decisiva en su educación artística.
La serie traslada al espectador a un mundo de grupos de personas que habitan en armonía, que se reúnen o coinciden; buscan consuelo o refugio los unos en los otros. Los itinerantes son los seres humanos que habitan el planeta, animales sociales que se necesitan tanto para divertirse como para sentirse seguros.
Arte figurativo que coquetea con la abstracción
Empeñado en crear arte figurativo que coquetee con la abstracción —"no puede tratarse sólo de estética ni sólo de ideas", dice en una entrevista— nunca abandonaría la figuración porque la considera un ancla que salva al cuadro de ser "simplemente decorativo".
Su estilo supuestamente naíf e inacabado (que algunos críticos relacionan con el arte marginal y el primitivismo) gana carácter con la mezcla de técnicas que usa. De Balincourt echa mano de las plantillas, aplica capas y las erosiona; lava la pintura para dar un aspecto gastado e inacabado a cada obra... Las perspectivas imposibles de los edificios o la superposición de personajes que no parecen respetar la misma escala son trucos para transmitir una tranquilidad infantil y desprendida.
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