La esperanza de vida se sitúa en Baleares en los 81 años

La esperanza de vida se sitúa en Baleares en los 81 años, si bien entre los 75 y los 80 años se produce un aumento de los indicadores fisiológicos de fragilidad, lo que condiciona una necesidad mayor de apoyo y de uso de servicios sociosanitarios.
Sandra Fernández y Catalina Cirer
Sandra Fernández y Catalina Cirer
CAIB
Sandra Fernández y Catalina Cirer

La esperanza de vida se sitúa en Baleares en los 81 años, si bien entre los 75 y los 80 años se produce un aumento de los indicadores fisiológicos de fragilidad, lo que condiciona una necesidad mayor de apoyo y de uso de servicios sociosanitarios.

Así ha informado este martes la consellera de Familia y Servicios Sociales, Sandra Fernández, durante la clausura de la jornada 'Claves de la atención sociosanitaria para enfermos crónicos avanzados' organizada por SARquavitae, donde también ha incidido en que, por encima de los 75 años, más del 75% de la población presenta algún problema crónico de salud.

La responsable autonómica ha destacado que calidad y ética deben ir unidas en la atención gerontológica y ha reivindicado la visión del mayor como la de una persona a la que se debe escuchar -al igual que a su familia- para adecuar el tratamiento que recibirá por parte de los profesionales y poder ofrecerle el mejor servicio.

En este sentido, ha renarcado la tarea que lleva a cabo SARQuavitae en la gestión de los centros de día de Son Sardina, Son Dureta, Coll den Rebassa y Son Cladera, en Palma, así como en la Unidad de Trastornos Conductuales de Can Carbonell (Marratxí), con 30 plazas para personas con demencias y otros trastornos mentales crónicos; todos ellos, servicios dependientes de la Fundación de Atención a la Dependencia.

"Es fácil deducir que los residentes de cualquier centro para personas dependientes sufrirán en casi su totalidad alguna enfermedad crónica", ha dicho. No obstante, ha insistido en la necesidad de huir de una visión demasiado parcial que pueden ofrecer las estadísticas, que ligan envejecimiento a gasto público, consumo de medicinas o a ingresos hospitalarios puesto que esto podría hacer que la sociedad vea a los mayores como una carga.

En este sentido, ha reivindicado el papel que los mayores han tenido y están teniendo en las familias, especialmente en momentos de crisis. "Satisface comprobar cómo jornadas como ésta devuelven al concepto de persona mayor una humanidad que nunca se tiene que perder de vista".

En esta línea, ha mencionado la exposición 'El gesto como terapia. Fotografías Antonio Molina', un proyecto de la Conselleria que muestra las emociones positivas de personas afectadas por el Azheimer y que se expone al centro de referencia de esta enfermedad, en Salamanca.

Finalmente, la consellera ha señalado que encuentros profesionales como el de este martes ayudan a la administración a mejorar, y a hacer cada vez más próxima, afectiva y efectiva la atención a los dependientes y a "humanizar unas estadísticas que tienen que reflejar lo que realmente importa: la calidad de esta atención, el respeto en el trato a los residentes y su grado de satisfacción".

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