En Al Jalis, una ciudad situada 70 kilómetros al norte de Bagdad, un artefacto explosivo y varios proyectiles de mortero causaron la muerte a otras 12 personas que realizaban sus compras en un mercado popular. Otro mortero mató a una mujer en el barrio de Al Dura, al sur de la capital. Además, tres policías murieron y diez resultaron heridos al estallar una bomba cerca de su convoy, en la localidad de Tel Afar, 470 kilómetros al noroeste de Bagdad. En otro ataque, un grupo
de insurgentes mató a un policía encargado de proteger las instalaciones petrolíferas.
La oleada de atentados se produce tras un fin de semana especialmente trágico para las tropas estadounidenses, en el que 24 militares murieron en diversos incidentes y ataques de los rebeldes.
Bush intenta convencer
La última jornada sangrienta en Irak se produce en vísperas del discurso sobre el estado de la Unión, en el que, por primera vez, Bush se dirigirá a un Parlamento de mayoría demócrata. El presidente defenderá la necesidad de llevar a cabo su nueva estrategia, que pasa por el envío de 20.000 nuevos soldados a Irak.
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