Las nuevas construcciones residenciales se mezclan con las más antiguas del barrio.

No hay demasiado tráfico. «Has tenido suerte», me dice el conductor. Habitualmente, la salida hacia el centro de la ciudad se convierte en un auténtico embudo, en el que los trabajadores, vehículos escolares y demás tráfico mañanero invaden los carriles y colapsan la vía.

Según el conductor, «se tarda veinte minutos, incluso media hora, en salir del barrio», algo que ya retrasa el servicio durante todo el día.

Para recuperar después el tiempo perdido, «tenemos que correr mucho y, a veces, no hay tiempo ni para ir al cuarto de baño», porque los retrasos son de hasta media vuelta (20 ó 40 minutos, según el día).

Por varias calles del recorrido observamos el mismo fenómeno: coches aparcados en doble fila, con las luces de emergencia puestas, que paran «un momento» y colapsan calles enteras. El autobús se ve obligado a invadir el carril contrario durante toda la calle y esto retrasa aún más el recorrido.

En una ocasión, una pasajera vivió un tenso momento. El autobús iba lleno a reventar y se disponía a pasar de largo en la parada cuando una joven se puso frente al vehículo y le impidió el paso hasta que no la llevara a su trabajo, al que ya llegaba tarde. Nuestra nota: 6.

Ana Tavira, 38 años, y Alicia, 6 años.

«Este autobús tarda mucho: he llegado a esperarlo durante 25 minutos. Tendría que haber más vehículos por cada línea, así funcionaría mucho mejor y no llegaríamos todos tarde a trabajar».

Josefa García, 57 años.

Tarda muchísimo; hay veces que he tenido que esperarlo durante 40 minutos. Todo es porque a la salida de San Gabriel le cuesta mucho avanzar, y tarda 20 minutos sólo en salir del barrio».

Francisca López, 74 años.

«A mí este autobús me va muy bien, porque no pago y, de otra forma, no podría bajar al centro. Tarda bastante, pero como no tengo prisa, no me importa esperar lo que haga falta».