El celador de Olot Joan Vila ha sido condenado a 127 años y seis meses de cárcel por el asesinato de once ancianos en el geriátrico La Caritat, en el que trabajaba. El jurado popular ya le declaró culpable e incluso indicó que hubo ensañamiento en tres casos y consideró probado que Vila no actuó por pena hacia las personas a las que cuidaba.

La Audiencia de Girona emitió este viernes sentencia en el caso del celador de Olot, acusado de cometer al menos once asesinatos. Joan Vila ha sido condenado a más de 127 años de prisión al considerarse probado que mató a las personas que cuidaba y, en algunos casos con esnañamiento.

En su sentencia, el juez considera probado que Vila suministró ácido desincrustante, lejía y fármacos a sus víctimas, provocándoles "un sufrimiento extraordinario" y, finalmente, la muerte. La Audiencia descarta que en el momento de cometer los asesinatos el acusado "sufriera una alteración psíquica que le impidiera comprender la ilicitud de su acto".

El Tribunal entiende que el celador tenía "ánimo de matar" y que obró "con alevosía", por lo que le condena por delitos de asesinato y descarta el homicidio.

Se advierte, también, que las penas impuestas tendrán un límite máximo de cumplimiento efectivo de 40 años. En diez años Vila no podrá acercarse a menos de 100 metros o comunicarse con cualquiera de los familiares beneficiarios de indemnización.

El celador deberá pagar una indemnización de entre 5.000 hasta 39.000 euros por cada víctima y el juez declara responsable civil subsidiaria a la Fundació La Caritat y, solidariamente, a la empresa aseguradora.

El jurado popular declaró la semana pasada al celador culpable de once asesinatos con alevosía. En un veredicto sin fisuras -todos los puntos se han acordado por unanimidad- los nueve miembros del jurado concluyeron que Vila sabía perfectamente lo que hacía cuando acababa con las víctimas haciéndoles ingerir lejía, administrándoles un cóctel de barbitúricos o inyectándoles una sobredosis de insulina.

Joan Vila se declaró asesino confeso de once ancianos que estaban a su cuidado, e intentó, desde su detención en 2010, presentarse como alguien que actuaba por compasión, como si fuera un ángel de la muerte.