El autor que lanzó a la fama a Sor Teresita, Jesús García, con el libro '¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?' (Libros Libres), en el que recopiló diez testimonios de diez religiosas, entre ellos, el de esta monja de 105 años que tenía el récord mundial de clausura y que ha fallecido esta madrugada, ha asegurado emocionado que Sor Teresita le "abrió los ojos" a una realidad, la de esas mujeres que pasan 80 años en un convento y "no solo son felices sino que contagian alegría".

García destaca de Sor Teresita que era una mujer "muy plena, con una alegría contagiosa, con sentido del humor" y, además, con una gran vitalidad. "Yo descubrí que se podía tener 105 años y tener ilusión por el día siguiente", ha afirmado a Europa Press.

En este sentido, ha apuntado que a raíz del libro empezó a escribir a Sor Teresita gente de toda España y la visitaban personas a las que no conocía, y que eso a ella "le parecía divertido". "Decía: Bueno me hecho famosa", ha rememorado.

Concretamente, ha recordado los días de la visita del Papa Benedicto XVI a España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en la que ella tuvo la oportunidad de reunirse con el pontífice en la Nunciatura. En ese momento, según ha asegurado García, "era como una niña con zapatos nuevos".

De entonces, ha contado que cuando la sacaron del convento para trasladarla a la Nunciatura para ver al Papa, Sor Teresita decía que la última vez que había montado en coche había sido hacía 40 años, sin aire acondicionado ni comodidades y repetía: "¡Qué bien se va en estos coches!".

Además, ha recordado otra anécdota que Sor Teresita les contó después del encuentro con el Pontífice. Ella contaba que cuando estaba esperando a Benedicto XVI en una sala de la Nunciatura, mirando al suelo, vio cómo se acercaba alguien vestido de blanco, levantó la cabeza y le dijo: 'Buenas tardes Santidad' y no era el Papa sino el cardenal Rouco Varela que le respondió: 'Me alegra mucho que me confunda con Su Santidad pero no soy yo'".

Sobre todo, García ha hecho hincapié en la felicidad de Sor Teresita a pesar de haber vivido momentos duros como la guerra civil, cuando tuvieron que abandonar el monasterio; los tiempos de mucha pobreza en los que pasaban hambre; y la época en la que casi se ven obligadas a vender el monasterio porque se morían de frío y no lo podían restaurar.

"Ella decía que era muy feliz y que había sido muy feliz y yo le preguntaba: '¿De dónde te viene eso?' Y decía: 'Pues de Dios, no busques otra cosa", ha señalado. Para García, Sor Teresita, se había convertido desde que la entrevistó en "una madre" a la que iba a visitar cada dos meses, con la que hablaba por teléfono, eso sí, a voces, porque ya no oía bien y a la que siempre recordará.