MI MASCOTA Y

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MARISA
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Marisa Ésta es mi cocker canela de 5 años. La quiero con locura. Hace semanas, cuando la llevé a la peluquería para ponerla aún más guapa, la veterinaria me dijo que tenía un tumor en una mama. No imagináis lo que lloré, aunque me dijeron que está cogido a tiempo, o sea, que todo saldrá bien. Os lo cuento porque no entiendo cómo puede haber gente que haga daño a un animal. Cuando mi padre o yo estamos enfermos, con gripe o algo así, no se separa de nosotros y nos da con la patita como diciendo «¿estás bien?».

Tais ¡Guau! Mi mamá y abuelo humanos están locos conmigo, soy la consentida de la casa y no me falta de nada. Marisa dice que me lo merezco, «como se lo merece cualquier animal por su lealtad, cariño…». Creo que lleva razón. Alguna vez, eso sí, me dan un cachete en el culete si hago algo mal, pero entonces pongo las patitas en sus piernas como pidiendo perdón. La verdad, cuando Marisa llega a casa le hago un señor recibimiento, me subo al sillón y la espero: me llena de besos y yo a ella de lametones.

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