"En mi arte intento explicarme la vida y su significado", escribía Edvard Munch (1863-1944) en su diario. Desde su niñez el artista noruego estuvo marcado por las varias muertes por tuberculosis y la sombra de las enfermedades mentales que asediaban a su entorno familiar. Se consideraba predestinado por la herencia de lo que él llamaba "dos de los enemigos más temibles de la humanidad" y la pintura era el único vehículo para conseguir cierta estabilidad emocional. La necesidad urgente de plasmar el poder de los sentimientos más oscuros y angustiosos lo alejó poco a poco del comedido impresionismo: Munch inició un lenguaje turbio, crudo y visceral que lo convirtió en el gran pionero del expresionismo.

En el 150º aniversario del nacimiento del pintor, Noruega celebra la figura de una de sus figuras internacionales más notables con una serie de eventos que comienzan esta semana y se extenderán, durante cinco meses, hasta el 13 de octubre. El plato fuerte de las exposiciones es la recién inaugurada Munch 150, la mayor nunca organizada sobre el artista. Está alojada entre el Museo Nacional Noruego de Arte, Arquitectura y Diseño y el Museo Munch, ambos en Oslo: el primero expondrá obras del autor realizadas entre 1882 y 1903 y el segundo dedicará sus salas al periodo de entre 1904 y 1944.

Con 220 trabajos, los comisarios de la muestra aseguran que es una oportunidad única para disfrutar de "tal número de piezas centrales" del autor en la misma exposición: "Nunca se puede ver algo así en París o Nueva York. La colección de Munch es frágil y los museos que tienen obras en propiedad las dan en préstamo pocas veces". También matizan que no se trata de establecer un récord y que el conjunto tiene como objetivo descubrir la amplitud del universo creativo de un artista a menudo eclipsado por El grito (1893), una de las pinturas más representativas de la angustia existencial del hombre moderno y un presagio de la ansiedad vital que causaría la traumática primera mitad del siglo XX.

Para abarcar la inmensidad de la producción, la muestra se centra en seis grandes temas dominantes en la carrera de Munch, fraccionados por periodos sin dejar de interpretarlos como un continuo. La retórica visual, los autorretratos, los paisajes, la serie expresionista de óleos The Frieze of Life (El friso de la vida), las vista aéreas y Munch y el público son los bloques escogidos para facilitar el acercamiento a la vasta colección y que el visitante "descubra su propio Munch".

En la programación cultural que encabeza Munch 150 habrá varias muestras, conferencias, conciertos, producciones cinematográficas, actuaciones dramáticas, paseos guiados por los lugares clave en la vida del autor, publicaciones y eventos para acercar el arte de Munch al público infantil y adolescente.

Además, el ayuntamiento de Oslo anunció a finales de mayo que — tras desavenencias políticas que retrasaron el proyecto tres años y fueron interpretadas por el mundo de la cultura y los herederos de Munch como un grosero desinterés por el pintor nacional— el estudio español del arquitecto Juan Herreros construirá un nuevo edificio para el Museo Munch que sustituirá al actual centro, construido con rapidez tras la II Guerra Mundial, inaugurado en 1963 e inadecuado para albergar el gran volumen de obras del artista que tiene en propiedad.