«Cada vez éramos más. Llegó un momento en que nos tuvimos que trasladar», cuenta el presidente de la Asociación Mercadillo Tradicional El Cabildo (creada hace diez años). Así, en 1980 consiguen permiso del Ayuntamiento para instalarse en la plaza del Cabildo. Con los años, han incorporado más objetos para intercambiar: minerales, relojes, tarjetas de teléfono, pins, estampitas de fútbol...
Pero en la historia del mercadillo, guardan un mal recuerdo. En 2003, la Policía Local y el Seprona, alertados de que se comercializaban monedas robadas, requisaron varias colecciones. Todo quedó en una pista falsa y las monedas fueron devueltas. «Ese episodio nos perjudicó», apunta el secretario J. Domínguez. Desde entonces, la asociación nota menos público y puestos: «Hemos llegado a tener 70 expositores, ahora somos 45 y tenemos menos ventas». Las obras del Metrocentro, lamentan, también les están afectando.
6 preguntas a...
... J. Rodríguez Amores (93 años) coleccionista veterano
1 ¿Cómo conoció el mercadillo? Fue por un hijo mío. Un día pasábamos cerca y me dijo: «Papá, llévame a ver aquello». Le empecé a comprar sellos y, como me gustó también, empecé una colección para los dos.
2 ¿Cuándo puso usted su puestecito? Sería el año 52 ó 53. Puse mi puesto cuando me jubilé, con 60 años. Coleccionar fue un buen entretenimiento para mí. Hice muy buenos amigos.
3 ¿Cómo era el ambiente del mercadillo? Se respiraba una buena amistad entre todos porque llevábamos juntos mucho tiempo. Teníamos un guarda, limpiábamos todo aquello y no dejábamos que entraran cacharros raros o que desentonaran.
4 Luego llegó el traslado... Sí, nos fuimos al Cabildo porque ya llegó un momento en que éramos muchos y porque, curiosamente, todos los domingos nos llovía y en Santa Marta no teníamos techo para cobijarnos.
5 ¿Guarda alguna anécdota? Allí no pasaba nada extraño, era muy tranquilo. Pero hubo veces que sí metieron la mano unos raterillos y costó encontrar las cosas que robaron.
6 ¿Cuáles son sus colecciones y quién las heredará? Tengo un montón: de sellos, monedas, vitolas de puros, loterías antiguas, ¡hasta los décimos que hizo Queipo de Llano! Las repartiré entre mis dos hijos. No quiero que se echen a perder.
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