Teresa Merino: «Aquí hay que llegar puntual. ¡Pero tu jefe también!»

Chao, chao». «No se dice ‘chao’, se dice ‘agur’». La hermana mayor reprende al pequeño, que se despide como lo hacen los bolivianos.
Teresa Merino.
Teresa Merino.
Teresa Merino.
Claro, el chiquitín absorbe como una esponja los giros de Teresa Merino, que nació en el país andino, y es la niñera que los cuida cada día en casa. Cuando cada mañana va a trabajar, nadie la saluda. Eso le sorprende. «Sí, porque allá sales a trabajar a las seis de la mañana y todos te dicen ‘buenos días’, cómo estás, qué tal tu familia... Aquí nada de eso».Debe llegar puntual. «Pero no sólo yo. Acá no es que tú tienes que llegar pronto y tu jefe aparece cuando quiere, como pasa en mi país».

Ahora cambia el dial. Tiene 25 años y lleva cuatro en Euskadi. Estaba enganchada a Radio Tropical porque le encanta la salsa. Pero ha empezado a escuchar los 40 Principales. Y come gambas a gogó. En Bolivia no hay mar, y antes no probaba el pescado. Está integrándose.

Le costó hacer vida. Al principio, aquí sólo tenía una amiga, así que prefirió ser interina. Luego conoció la asociación latinoamericana Inti Llacta y se acabó lo de dormir en la casa donde trabajaba como empleada de hogar. Con el colectivo hace danzas bolivianas y con sus amigos, bailes tropicales en discotecas de Bilbao.

Llegó Evo y todos miraron a su país. Ella salió de Bolivia porque ganaba lo mínimo para vivir. Ahora pide una oportunidad para el nuevo presidente, «que ayuda a los pobres». Teresa buscó fuera su oportunidad.

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