Los okupas, entre 50 y 150, incluido algún niño, se introdujeron en el inmueble el sábado a mediodía, tras manifestarse por el desalojo de otra nave del mismo barrio el pasado 20 de noviembre.

El nuevo edificio tomado, aún de titularidad privada, ha sido incluido por el Ayuntamiento en el plan urbanístico del barrio 22@. Algo a lo que se niegan los encerrados, que protestan contra la especulación y reclaman un lugar donde ensayar sus espectáculos circenses.

El cordón policial, que sitió el lugar e impidió la entrada de personas y alimentos, tardó 30 horas en permitir que la Cruz Roja introdujese ayuda a petición de los vecinos. Ante la llegada de avituallamiento, los okupas suspendieron la denuncia que iban a presentar por vulnerar sus derechos elementales.

Pero el apoyo al colectivo La Makabra es amplio. La Asociación de Vecinos de Poblenou y la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona están con ellos porque comparten su reivindicación. También lo hacen el Relator de Vivienda de la ONU, Miloon Kotheri, que los visitó y animó a seguir luchando; y el artista Manu Chao, que les envió un comunicado.

Los políticos enviaron otro tipo de mensajes.

El alcalde Jordi Hereu les ofreció diálogo si desalojan el lugar. «Con okupación no hay negociación», dijo. El presidente del grupo municipal de CiU, Xavier Trías, tachó de insólito que una manifestación termine en ocupación. Y su homólogo popular, Alberto Fernández, cree que fue «una ocupación ilegal con protección policial».

La última palabra la dijo el juez de guardia que denegó el desalojo cautelar pedido por el propietario. Al cierre de esta edición, los okupas seguían dentro de Can Ricart.

Vecinos alimentan a los ‘okupas’

Pañales, agua y comida compraron los vecinos de Poblenou para ayudar a los okupas, con quienes comparten la reivindicación de que Can Ricart tenga un uso social y cultural. El descontento vecinal ha obligado al Ayuntamiento a modificar tres veces el proyecto urbanístico del terreno.