Tras salir de la adolescencia se propuso buscar un trabajo y reunir un millón de pesetas: «Pensaba que era una locura ahorrar para una casa con tan pocos años, pero tampoco entendía muy bien a mis amigas cuando venían con unos Levi’s nuevos o con unas Nike».
Trabaja en un cine, pero su verdadera pasión es escribir. Terminó una novela el año pasado y prueba suerte en pequeñas editoriales y concursos: «Me encantaría publicarla, pero, aunque no lo consiga, necesito expresarme así».
Dice que está aprendiendo a no planificar, el único proyecto que tiene previsto es comprar con su novio una furgoneta para viajar por Europa. Aunque se licenció en Comunicación y Audiovisual, ser taquillera es una forma de sacar dinero y ver de vez en cuando trozos de películas en el descanso. «Soy hija de profesores y mis padres tenían otras expectativas conmigo. No me lo dicen a las claras, pero lo intuyo. Una vez me comentaron: ‘Nos sorprende que te conformes con eso’, y la frase se me quedó grabada».
Terminará de pagar los 46 m2 dentro de 13 años. A pesar de la deuda, no se siente atada, planea recorrer mundo, aunque conservando ese refugio mágico: «Me chifla Madrid y necesito tener algo en él. Si está cerca de la Plaza Mayor, mejor. Cada estación es diferente: ahora ponen los puestos de Navidad; en verano, la gente se tira en el suelo... La plaza simboliza el paso del tiempo».
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