La propuesta esta semana del partido conservador del primer ministro griego, Andonis Samarás, de que sólo los griegos de nacimiento puedan acceder a las academias militares y de Policía, una iniciativa que ha soliviantado a los socios gubernamentales del centro-izquierda y ha alegrado al neonazi Amanecer Dorado.

"Es una moción anticonstitucional. El único cargo reservado por la Constitución a los griegos de nacimiento es el del presidente de la República", sentenció estos días el partido socialdemócrata PASOK, socio del Gobierno tripartito, en un comunicado.

"Además, es absurda, pues un griego naturalizado puede ser nombrado primer ministro o ministro de Defensa", sostuvo PASOK.

Aún más violenta fue la reacción de DIMAR, la izquierda moderada que también forma parte del Gobierno.

"La moción propuesta por los parlamentarios de Nueva Democracia, con el apoyo de sus colegas de los Griegos Independientes y del Amanecer Dorado, está marcada por el oscurantismo medieval", destacó este partido.

"Es una gran victoria de Amanecer Dorado", opinó por su parte el partido neonazi. "Así, las Fuerzas Armadas griegas no serán infiltradas por albaneses, asiáticos, africanos y otros agentes extranjeros", agrega el comunicado del Amanecer Dorado.

En el debate ha intervenido incluso el jefe de las Fuerzas Armadas griegas, Mijaíl Kostarakos, a pesar de que la ley no le permite hacer declaraciones políticas.

"Llegó la hora limitar el acceso a las academias militares sólo a los griegos de nacimiento", dijo Kostarakos desde su cuenta de Twitter.

Con casi 160.000 efectivos, las Fuerzas Armadas griegas figuran entre las más grandes de la OTAN y en proporción de uniformados respecto a la población (Grecia tiene once millones de habitantes) son incluso las mayores de Europa.

Según recientes declaraciones del secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, el presupuesto militar griego es, con el 2,1% del producto interior bruto, el segundo más importante de la Alianza después de Estados Unidos, todo pese a que el PIB se ha reducido en un 25% desde el estallido de la crisis.

Además, Grecia es un país con natalidad muy baja y su población sigue aumentando en los últimos veinte años solo gracias a los nacimientos de hijos de inmigrantes.