Cada semana se escolarizan una media de 40 niños nuevos, la mayoría inmigrantes que llegan a los colegios con unas necesidades educativas especiales. El tutor de acogida es la figura de referencia que se encarga de recibir al niño, hacer la evaluación inicial sobre su nivel académico y presentarle en el centro. Además, es el responsable de informar a los padres del funcionamiento y el sistema de ayudas y becas del sistema educativo.

El tutor de acogida, que siempre es un único profesor del centro, cuenta con tres horas a la semana para hacer el seguimiento de los alumnos. No obstante, cuenta con la colaboración del resto de maestros, que hacen las adaptaciones curriculares de los niños, mediadores culturales o trabajadores sociales y profesores de compensatoria que se encargan de los refuerzos educativos.

El idioma es el principal problema a la hora de recibir a un alumno inmigrante. Según los responsables de los centros, los tutores de acogida no tienen una formación específica en idiomas y se tienen que comunicar con los niños y su familia a través de los folletos elaborados por la Consejería de Educación. En muchas ocasiones tienen que recurrir a la ayuda de alumnos inmigrantes que llevan varios años en el centro y que ejercen de improvisados traductores.

Para salvar esta barrera, el aprendizaje del idioma es el primer objetivo, por eso  los niños salen cada día una hora de clase para trabajar el castellano.

Cuanto más pequeños son, más rápido aprenden. Sobre todo los rumanos, que alcanzan un buen nivel en menos de un año», explica una de las tutoras de acogida.

Las claves

Alumno tutor: Varios centros refuerzan el programa de acogida a inmigrantes con la figura del ‘alumno tutor’, un compañero de clase que se responsabiliza del recién llegado.

Más riqueza: Los profesores que trabajan con inmigrantes destacan que enriquecen la vida en el aula.