Sólo en Vizcaya, más de 20.000 personas tienen previsto pasar el puente de la Inmaculada, entre el 6 y el 10 de diciembre, en una estación de esquí. De hecho, la mayoría de las estaciones de los Pirineos más utilizadas por los vascos, como pueden ser las francesas La Mongie, Cauterets y Saint Lary, o las aragonesas Astún, Candanchú y Formigal, se encuentran a un 90 ó 95% de ocupación.
«Está casi todo lleno, incluso en los Alpes; nosotros tenemos 4.000 clientes sólo en Valthorens», indica Gontzal Gómez, de la agencia mayorista Warner Travel de Bilbao. Las agencias también tienen miedo ante la falta de nieve, pues la mayoría ya han agotado todas sus reservas. Aun así, tratan de no alarmar a los viajeros.
«Si no hay nieve, pueden pasar dos cosas: que la estación no abra y te devuelvan el importe del forfait y puedas cancelar la reserva; o que abran un mínimo de pistas y te hagan un descuento por no poder esquiar en todo el dominio», explica Gómez.
¿Y si no nieva?
En el caso de que no lleguen las esperadas nevadas, la mayoría de las estaciones de esquí disponen de otras actividades para evitar que los aficionados al esquí se vuelvan para casa. En Cauterets, en el Pirineo francés, por ejemplo, la oferta es variada. Desde baños termales hasta numerosas rutas para realizar excursiones de montaña, pasando por la pista de patinaje sobre hielo, minigolf... En otras estaciones la propia montaña ofrece un gran número de posibilidades. Es el caso de Astún, que oferta descenso de cañones, escalada, paseos a caballo, pesca o rutas para practicar mountain bike. Y si no, siempre queda lo de quedarse en el hotel; muchos de ellos cuentan con piscina, spa, gimnasio, pistas de squash...
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