El gigante invisible

El Monte San Antón es un símbolo de la ciudad que vive amenazado por las grúas.
El monte San Antón es una lengua de los Montes de Málaga que quiso probar el sabor salado del mar.
El monte San Antón es una lengua de los Montes de Málaga que quiso probar el sabor salado del mar.
El monte San Antón es una lengua de los Montes de Málaga que quiso probar el sabor salado del mar.
El monte San Antón es una lengua de los Montes de Málaga que quiso probar el sabor salado del mar. Hoy está a apenas tres kilómetros de la línea de costa. Si pudiera, se bañaría en las playas de El Palo. La figura de sus dos cimas principales, redondeadas en la lejanía, lleva a algunos a decir que el San Antón son las tetas de Málaga (en realidad hay tres picos, pero cada uno que se exprese). Cualquier malagueño que mire alguna vez al horizonte tiene su propia fotografía del monte, porque el monte, a pesar de que no levanta más de 450 metros, se ve desde casi todas partes.Amenazado por los planes de urbanización, que aspiran a conquistar la cima, sigue defendiendo con uñas y dientes su condición montuna, y se arma de una alfombra de palmitos y matorral espinoso y aromático intercalado entre paredones de roca caliza para evitar ser comido por el cemento. Los últimos avances de las grúas provocaron el nacimiento de una plataforma ciudadana en defensa del entorno, que no está bien protegido por la aparatosa calificación administrativa de Espacio Natural Periurbano.

El San Antón acoge cada año una de las romerías más antiguas que se celebran en una ciudad poco dada a la tradición. La fiesta se gestó cuando el barrio de El Palo era playas y viñas y los cauces del Jaboneros y el Gálica, los arroyos que marcan las fronteras del monte, estaban jalonados por pequeñas casas de labor. Todavía quedan algunas habitadas que se ven tras la cara norte del San Antón, casi un anacronismo si se compara con las vistas que ofrecen los restantes puntos cardinales contemplados desde la cima, porque desde la cima del monte se domina toda Málaga, y en los días claros se adivinan los perfiles de África. Edmond Boissier, el botánico suizo que descubrió la singularidad del pinsapo, no desperdició la oportunidad de subir al San Antón en su breve visita a Málaga. El San Antón alberga, por ejemplo, un helecho endémico, actualmente muy perjudicado por las agresiones ambientales. Boissier describe con entusiasmo el monte. Nosotros, que lo vemos a diario, ni lo miramos.

Anteriores entregas en

www.20minutos.es

Mostrar comentarios

Códigos Descuento