La Fundación Juan March se entrega a los manjares del bodegón flamenco y holandés

  • Un repaso por once selectas obras muestra la grandeza de las naturalezas muertas de pintores como Osias Beert, Clara Peeters y Willem Claeszoon Heda.
  • Los artistas aprovecharon los alimentos como medio de expresión para comunicar alegorías, sentimientos y estímulos sensoriales.
  • Los organizadores resaltan que el término 'naturaleza muerta' es impreciso y defienden la condición "viva" de las pinturas, que expresan una quietud doméstica.
'Bodegón con frutas y empanada' (1651), de Jan Davidsz De Heem, pintor barroco holandés
'Bodegón con frutas y empanada' (1651), de Jan Davidsz De Heem, pintor barroco holandés
Jan Davidsz De Heem - Colección particular
'Bodegón con frutas y empanada' (1651), de Jan Davidsz De Heem, pintor barroco holandés

La naturaleza muerta alcanzó un asombroso esplendor con los maestros de la pintura flamenca, que en el siglo XVII demostraron el poder del detalle, la capacidad expresiva de la luz y las texturas. Los alimentos escogidos eran siempre manjares: algunas de las suculentas cerezas rojas caen del plato, el arenque ahumado exhibe un elegante tono amarillo, la empanada deja ver un interior plagado de frutos secos. Las vajillas de plata, los vasos de cristal y los cubiertos con empuñadoras de marfil completan la atmósfera lujosa y refinada de la escena.

La Fundación Juan March de Madrid expone hasta el 3 de marzo De la vida doméstica. Bodegones flamencos y holandeses del siglo XVII, una selecta colección de once óleos que representan lo mejor del género, cultivado hasta la perfección por artistas como Osias Beert (1580-1624) —conocido por sus bodegones de desayuno— y Willem Claeszoon Heda (1594-1680), un virtuoso que se recreaba en plasmar los reflejos de la luz sobre el cristal y el metal.

Estas obras comenzaron a pintarse en todo el territorio de los Países Bajos, pero las circunstancias políticas provocaron que los artistas de Holanda (dominada por el Calvinismo, que rechazaba las imágenes religiosas en los templos) se centraran en los temas terrenales que dominaban el bodegón. Las obras presentes en la exposición trazan ese viaje evolutivo con un importante trabajo del pionero Osias Beert fechado en torno a 1610, ejemplos de Clara Peeters y Floris van Dijck y cuadros del ya tardío Jan Davidszoon Heem.

Quietud doméstica

Los organizadores insisten en demostrar que el término naturaleza muerta es equívoco e impreciso. En un ensayo de Teresa Posada Kubissa (conservadora de Pintura Flamenca y de las Escuelas del Norte del Museo del Prado) que acompaña a la exposición, la especialista recurre al término original en holandés (stilleven, literalmente "vida quieta e inmóvil") para defender la condición viva del género que en realidad es una representación de la quietud doméstica.

En la selección de los alimentos se esconde un medio de expresión que el artista aprovecha para construir alegorías, sentimientos y estímulos sensoriales. Hay indicios para pensar que las llamadas naturalezas muertas no eran un puro alarde de técnica. Posada resalta que los bodegones se han analizado como puros estímulos visuales y también como "imágenes significativas que remiten a una realidad externa".

La especialista apunta a que podrían ser una mezcla de ambas teorías, ejemplos del dominio de la pintura que triunfaron a pesar de la aparente carencia de emociones, porque no hay nada más poderoso que "la evocación" de los sabores y las texturas.

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