Fuentes del FAPAS informaron de que el ejemplar, de mediano tamaño y que podría tratarse de una hembra, presenta en su cuerpo las marcas características que se producen cuando uno de estos animales ha caído en una trampa construida con cable de acero, según se desprende de las fotografías obtenidas hace escasos días por medio de cámaras automáticas instaladas en los bosques de Proaza.
El FAPAS explica que para conseguir zafarse de las trampas, los osos deben luchar durante horas e incluso durante días tirando con fuerza hasta conseguir que el cable de acero se rompa.
Si el animal sobrevive a las graves heridas, quedará de por vida con la marca del cable de acero en su cuerpo.
Con este nuevo ejemplar descubierto por el FAPAS, ya son dos los osos que habitan en el concejo de Proaza con marcas de haber caído en las trampas de acero.
Concretamente, el FAPAS localizó hace un año a una osa con dos crías que estuvo a punto de morir el pasado año tras caer en una trampa cuando estaba preñada.
La organización conservacionista destaca que el hallazgo fotográfico "pone de manifiesto una vez más el grave problema que para la conservación de los osos supone el uso de las trampas que los cazadores furtivos colocan en el monte para cazar jabalíes".
Agrega que estos hallazgos hacen suponer que muchas de las osas que son avistadas con sus crías y posteriormente sin ellas las han perdido a causa de las trampas, ya que los oseznos no tienen recursos para liberarse.
Cientos de trampas
El FAPAS informa de que durante los últimos años cientos de trampas han sido retiradas de los montes oseros de Asturias por personal de esta organización, de la Guardería del Principado, del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, y por miembros de las patrullas de la Fundación Oso.
Sin embargo, denuncia que la proliferación del jabalí en las montañas asturianas "es la causa de que aún y en determinadas zonas de Asturias se mantenga el hábito de la caza furtiva mediante la utilización de trampas".
El FAPAS sospecha que las presas conseguidas a través de estos métodos ilícitos de caza terminan no sólo en casas particulares, como materia prima para la fabricación de embutidos, sino también en establecimientos públicos que adquieren la carne ilegal para abastecimientos de restaurantes y comedores.
Por último, advierte de que la carne ilegal puede estar fuera de los cauces sanitarios e incluso llegar al consumidor en situaciones de riesgo.
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