La Guardia Civil ha culminado la denominada operación 'Vangoc', con la que se ha desarticulado una banda organizada compuesta por cinco personas, todas de nacionalidad marroquí, que supuestamente perpetraban robos en viviendas con los moradores dentro, casi siempre de noche mientras dormían. De esta forma, se ha logrado esclarecer una oleada de robos cometidos en la comarca del Guadalhorce.

La investigación comenzó el pasado verano centrándose inicialmente en la identidad de los asaltantes, que resultaron ser muy jóvenes, todos ellos procedentes de centros de acogida de la zona del Valle del Guadalhorce, que al cumplir la mayoría de edad eran distribuidos en pisos tutelados.

Según han informado desde la Guardia Civil a través de un comunicado, se practicaron dos registro domiciliarios y se logró recuperar gran cantidad de efectos sustraídos procedentes de los robos, habiendo sido ya reconocidos muchos de ellos por sus propietarios. Han apuntado que fueron más de una veintena de robos perpetrados desde el pasado verano.

La banda actuaba, supuestamente, dos o tres noches en semana, habitualmente días laborables; y estaba jerarquizada, siendo el jefe el que repartía cometidos y las zonas de actuación, han señalado las mismas fuentes, apuntando que se reunían en distintos lugares, sobre todo parques y espacios abiertos, desde donde observaban la zona de actuación para fijar la vivienda que pretendían asaltar por la noche.

Desde el instituto armado han explicado que durante las primeras horas de la noche, cuando más profundo es el sueño y aprovechando que son días laborables, trepaban a los balcones y ventanas, entrando a través de éstos en las viviendas, de donde sustraían todo lo que fuera de valor, "incluso los bolsos en las habitaciones donde dormían los moradores".

Posteriormente, cogían las llaves y salían por la puerta, han indicado desde la Guardia Civil en el comunicado, al tiempo que han precisado que, incluso, llegaron a realizar reintegros en cajeros automáticos con las cartillas y tarjetas de crédito que sustraían de las viviendas.

Los efectos más valiosos y que tienen más salida eran vendidos a distintas personas, quienes a su vez los revendían en las inmediaciones de los establecimientos de compraventa de la capital, objetos como ordenadores portátiles, teléfonos móviles, cámaras de fotos y aparatos electrónicos de todo tipo.