La lluvia no desanimó a miles de visitantes a acercarse hasta Derio

La festividad de Todos los Santos volvió a reunir ayer a miles de personas en el cementerio de Derio.
Una familia se dispone a colocar flores y arreglar la tumba de algún ser querido, ayer, en el cementerio de Derio. Begoña Hernández
Una familia se dispone a colocar flores y arreglar la tumba de algún ser querido, ayer, en el cementerio de Derio. Begoña Hernández
Una familia se dispone a colocar flores y arreglar la tumba de algún ser querido, ayer, en el cementerio de Derio. Begoña Hernández
No importó que el día amaneciera oscuro y lluvioso después de tantas semanas de sol. Tampoco desanimó el hecho de que los trenes circularan sólo cada 30 minutos, con las consiguientes quejas y aglomeraciones.

«Cuando hay partido de fútbol, bien que ponen el metro, y hasta trenes, más a menudo, pero para que podamos venir a visitar a nuestros muertos, nada», se oía cada dos pasos ayer.

A pesar de todo, el 1 de noviembre es sagrado para muchas personas que consideran casi una obligación acudir al campo santo vizcaíno a realizar la ofrenda anual a sus muertos. «Yo vengo de vez en cuando, pero en esta fecha nunca falto porque me sentiría mal si lo hiciera», comentaba una mujer que acudió en solitario a  poner flores en la tumba de su marido, fallecido ya hace casi una veintena de años.

En la entrada del cementerio, numerosos puestos de flores vendían ramos de crisantemos, claveles... y centros florales a los más rezagados o a quienes prefieren comprarlos allí mismo. Los precios variaban entre un mínimo de 12 euros hasta los 50. Algunos, ajenos al mercado, caminaban con un sencillo ramito que sujetaban como un preciado tesoro.

Los que no estuvieron en Derio fueron aquellos cuyos seres queridos fueron incinerados tras su muerte: un 60% del total de los fallecidos en Bilbao.

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