Desde que el circo comenzó, aunque no exactamente como tal, hace casi cuatro mil años en los rituales de las tribus antiguas, hasta la actual sofisticación, con su máximo exponente en el Cirque du Soleil, hemos pasado por todo un abanico circense, en el que los griegos y romanos tuvieron mucha importancia. Un arte en el que ha habido de todo y, durante demasiado tiempo, asuntos algo escalofriantes, como las exhibiciones de personas con malformaciones (recuerden al hombre elefante) o el uso de enanos para hacer reír lanzándolos por cañones. Afortunadamente ya hace 50 años que esto dejó de suceder.

Sin embargo, pese a su larga historia y su vigencia, el circo aún sigue sin tener, entre otras cosas, titulaciones oficiales. Es por ello que está en marcha el Plan General del Circo del Ministerio de Cultura, para solucionar asuntos como el citado y promoverlo más y mejor. De hecho, es significativo el desconocimiento y la falta de datos que de su público se tiene, sabiendo solamente que el 8,2% de la población asiste al circo una vez al año, según la Encuesta de Hábitos Culturales de 2011.

Un arte que en la actualidad ha terminado siendo o bien el tradicional aunque bastante sofisticado por la integración de nuevas tecnologías y uso de efectos especiales; o bien el sofisticado y más vanguardista espectáculo, del que no podemos citar otro nombre mejor que el de Cirque du Soleil. Si bien es cierto que este último es para muchos más un espectáculo que se nutre de las artes circenses que un circo en sí. Así piensa, por ejemplo, el director artístico del Gran Circo Mundial, que desde hace 38 años monta sus carpas en Navidad (actualmente, en Madrid y Valencia). "Para mí el Circo del Sol es más un espectáculo que un circo. Nosotros lo enfocamos de un modo tradicional en cuanto a que sigue habiendo payasos y sigue habiendo animales. Y donde no nos dejan actuar con animales, como Cataluña, la única por el momento, pues no actuamos".

Llegamos a la polémica. David Shiner es el creador y director de Kooza (palabra sánscrita que significa cofre), el espectáculo que Soleil traerá a Madrid en marzo y a Bilbao en mayo. Él deja clara su postura a 20 minutos: "Hemos de saber si es bueno o no para un animal salvaje estar en un hábitat que no es el suyo, por mucho que digan que lo cuidan bien". Quiere además dejar claro lo poco consecuentes que somos: "No queremos animales en el circo, pero luego nos comemos un filete".

Payasos y acrobacia: la parte más tradicional de este arte es lo que ha dado a Shiner el pilar de Kooza. Estrenado en 2007, ha sido un éxito en Norteamérica y Japón (más de cuatro millones de espectadores).

Shiner, que por encima de todo se define como clown, nos habla de la importancia de su oficio (tan presente en el montaje): "El payaso es el que se cae y se vuelve a levantar. Nos pone frente a nuestras debilidades". Quizá por eso haya quienes sientan pena al ver un payaso... "¿Yo le parezco triste? —pregunta molesto—, no somos ese pobre hombre de los filmes de Chaplin que era un desgraciado intentando integrarse en la sociedad. Hoy el payaso es un psicólogo".

Polémicas aparte, para Shiner, que forma parte del mejor circo moderno del mundo, también poseen un importante hueco la compañía suiza Knie y la alemana Roncalli. "Ambas son originales y diferentes", señala. Requisitos más que cumplidos por Cirque du Soleil, cuyas caras definitorias son su intrepidez, su destreza, su danza, sus mundos imaginarios, su integración de artes de todo el mundo, y, por supuesto, su acrobacia.

Ecológico: Alejandra Botto creó el primer circo ecológico del mundo hace 20 años y lo bautizó con su propio nombre, orgullosa de su creación. La meta nos la cuenta ella: "Concienciar a los niños para cuidar el medio ambiente, porque de ellos será este mundo".

Terrorífico: El Circo de los Horrores, una fusión del miedo y el arte circense, ofrece otra cara del circo más moderno. Además, su función de hoy en Madrid será solidaria: los beneficios irán destinados a diversos centros de acogida, penitenciarías y hospitales.

Solidario: La veterana Teresa Rabal estrena este jueves su nuevo espectáculo circense en el madrileño parque de la Bombilla. Lo hace de la manera más solidaria: gratis para todos los niños y tan solo 8 euros para los mayores.