'Foot Fetish', esculturas sobre  el "poder y protección" que nos brindan los zapatos

  • La artista estadounidense Gwen Murphy humaniza pares de zapatos desde 2005.
  • Las esculturas responden a una idea que le ronda desde niña: la 'humanidad' del calzado, "una especie de seres  formada por pares de gemelos idénticos".
  • Adopta zapatos viejos que encuentra, compra o le envían y esculpe en ellos rostros con una arcilla de ceniza volcánica y pasta de madera.
Tres de los pares de esculturas realizadas sobre zapatos reales por Gwen Murphy
Tres de los pares de esculturas realizadas sobre zapatos reales por Gwen Murphy
© Gwen Murphy
Tres de los pares de esculturas realizadas sobre zapatos reales por Gwen Murphy

Para Gwen Murphy el calzado que llevamos en los pies no es un siemple elemento de vestuario, sino un fetiche del que emana una energía que alcanza a su dueño. Desde 2005, esta artista estadounidense (Massachusetts, 1963), moldea esculturas que intentan captar esa fuerza. Su trabajo, que titula Foot Fetish (Fetichsimo de pies), humaniza los zapatos que adopta —siempre pares viejos que encuentra abandonados, compra en tiendas de segunda mano o mercadillos o le envían— y les concede el derecho a tener cara y expresiones.

"Si un fetiche es un objeto que tienen poderes mágicos para proteger o ayudar a su propietario, yo veo un zapato como una especie de fetiche, porque tiene una presencia y el poder de proteger y transportarnos", dice Murphy, que desde niña no podía evitar considerar la parte humana del calzado.

"Fieles corceles a la espera de servir"

"Los veo mirándome, con su particular personalidad y expresión facial. Cuando se alinean cerca de una puerta o en un armario, son como fieles corceles, a la espera de servir. A veces veo bocas abiertas que bostezan, miradas soñolientas, malhumoradas, feroces, a veces me parece que están cantando... Son una especie de seres  formada sólo por pares de gemelos idénticos", añade la artista, que en los últimos siete años ha realizado setenta piezas de Foot Fetish, su manera de dar forma física la "presencia" que adivina y siente tras cada par de zapatos.

Todo empezó por casualidad, en 2005, cuando encontró en el cubo de basura del estudio que comparte con otros tres artistas en el ArtSpace Maynard un par de botines abandonados y vió la posibilidad de expresar finalmente su visión infantil sobre "las caras de los zapatos". Trabaja siempre con calzado de segunda mano y, entre hallazgos o aportaciones de terceros, ha amontonado una gran cantidad de ejemplares en espera de ser humanizados. "La gente me envía sus zapatos viejos y, aunque ya he acumulado una verdadera montaña de zapatos sin transformar, todavía no sé cómo decir no a alguien que me ofrezca otro par", dice la artista.

Cada esculura, dos semanas

Para esculpir las caras de los zapatos —monstruosas, elegantes, esnobistas, tiernas, con un guiño cinéfilo...— utiliza una arcilla de ceniza volcánica y pasta de madera que se moldea y endurece sin necesidad de cocción. El proceso completo para cada pieza, que dura dos semanas, requiere reñedar el intenterior de los calzados con papel impregnado en pintura acrílica o trapos con goma.

una cara en ellos hago la escultura "Los rasgos faciales los hago poco a poco, añadiendo más pasta de moldear y lijando. A menudo tengo que repararlos, pintando y lijando una y otra vez. La forma de la cara debe estar ahí antes de hacerla. En otras palabras, empiezo observando un par de zapatos y sólo si veo una cara en ellos hago la escultura", explica Murphy.

La artista, que también es instructora de yoga y gran defensora de los derechos de los animales (cría gallinas y es vegana), también hace siluetas y pinturas surrealistas. Confiersa que tiene más zapatos que su marido, "pero no una cantidad excesiva", y le gustan en espacial los diseños de la marca Mary Jane's.

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