Una exposición muestra las obras de juventud de Van Dyck

  • 'El joven Van Dyck', que podrá verse en el Museo del Prado, es la primera exposición dedicada a la obra de juventud del más aventajado alumno de Rubens.
  • A los 10 años trazaba su futuro, a los 16 pintaba retratos magistrales.
'Autorretrato', de Van Dyck. Óleo sobre tabla, 1615.
'Autorretrato', de Van Dyck. Óleo sobre tabla, 1615.
Viena, Gemäldegalrie der Akademie der bildenen Künste
'Autorretrato', de Van Dyck. Óleo sobre tabla, 1615.

Comparado con Mozart por su precocidad, Anton Van Dyck (1599-1641) tenía claro a los 10 años que lo suyo era pintar. Con la venia de sus padres, comenzó a formarse en su Amberes natal a las órdenes de Van Balen. El niño prodigio no quería ni oír hablar de ir al colegio: su talento y su vocación eran definitivas, y acertaba. Tanto fue su tino que llegó a ser uno de los retratistas más importantes e influyentes de toda la historia del arte europeo.

Sin embargo, y volviendo a la habitual comparación que de su joven talento se hace con el de Mozart, justo es matizar lo que uno de los comisarios de la muestra El joven Van Dyck (hasta el 3 de marzo en el madrileño Museo del Prado), Alejandro Vergara, precisó: "No es habitual en pintura, aunque sí en matemáticas y en música". En efecto, como sucede con la escritura, la precocidad en la técnica pictórica es mucho más inusual que en música y matemáticas (donde la juventud es virtud y posibilidad) y los años son los que van dando el bagaje que se precisa.

Van Dyck se separa en esto de la mayoría de los pintores; de ahí el especial interés de esta exposición (la primera dedicada en España a su pintura y dibujos), así como su título.

Con 16 años fue capaz de retratarse de un modo excepcional. La técnica no es la propia de un adolescente. Con este autorretrato comienza la exposición, que de modo cronológico y a través de más de cien obras recorre las obras de juventud del artista cuando trabajaba en el taller de Rubens: de los 16 a los 21 años (periodo en el que pintó 160 cuadros), que es cuando se marchó a Italia. Aunque ya antes de viajar allí, sus obras reflejaban una manera similar a la de la pintura que entonces era centro del mundo, la italiana.

Su estilo personal (estilización de las formas, elegancia en las poses, agresividad y fuerza) puede apreciarse ya en sus primeras obras, presentes en la muestra: Retrato de un hombre de 60 años y Retrato de una mujer de 60 años. De esta época también podemos admirar su talento para llegar a pintar igual que su maestro Rubens con La coronación de espinas.

Pese a su juventud y la influencia que Rubens tuvo en él en esos primeros años, ya existe en Van Dyck desde el principio una fuerte tendencia hacia la experimentación, muestra inequívoca de su ansia por hallar su propio sello. En cuadros como La entrada de Cristo en Jerusalén o La lamentación queda clara la cara más innovadora de Dyck, que luchaba por que sus obras tuvieran el máximo impacto. Sin embargo, para algunos, como Friso Lammertse, conservador del Museo de Róterdam, acabó con un estilo "demasiado perfecto, incluso podríamos decir relamido".

El Museo del Prado, que posee las mejores creaciones jóvenes de Anton Van Dyck, no podía dejar de mostrar las más sobresalientes, entre ellas El prendimiento, San Jerónimo en el desierto y Cristo con la cruz a cuestas.

Una espectacular exposición que concluye con el óleo que Van Dyck realizó antes de su partida para su amigo y mentor: el retrato de Isabella Brant, la primera esposa de Rubens.

La desconocida vida de un pintor fundamental

Como Velázquez. Sí compartió algo el de Amberes con el pintor sevillano, y fue el año de nacimiento. Uno de los pocos datos que de la vida de Dyck se conocen.

Y algo de Rafael. Ambos murieron jóvenes (Rafael antes, a los 37), y los dos tuvieron en Felipe IV un gran comprador.

Perfecto a los 18. El comisario de la muestra, Alejandro Vergara, no deja lugar a dudas: "A los 18 años controlaba el pincel de manera que muchos soñarían".

Discípulo y maestro. Desde 1617 fue capaz de compaginar su trabajo con Rubens con el suyo como maestro independiente (solo tenía 18 años).

Muere en Londres. A los 42 años moría el tan prolífico como magistral artista justo cuando terminaba unos encargos que Felipe IV le había hecho. Dyck, que se encontraba en París como pintor de la Corte, regresa a Londres, donde fallece. Unos días antes había nacido su primera hija dentro del matrimonio.

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