Mariano Flores: «La gente confió en mí como si me conociera de siempre»

Trabajaba como arquitecto en Buenos Aires cuando sobrevino la crisis argentina, el corralito.
mariano Flores.
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Estaba, como tantos argentinos, en la calle reclamándole al Estado lo que los bancos le habían robado. De un día para otro el precio de la comida se doblaba y las propiedades se devaluaban. Era, es, arquitecto.Sus proyectos desaparecieron, sus ahorros volaban. «El día que compré el periódico y comencé a buscar trabajo de cualquier cosa que no tuviera que ver con mi profesión, acabé sentado en la calle y lloré», dice.

«Subastó entre amigos y familiares sus pertenencias. «Cuando apunté con el índice el País Vasco como destino no tenía ni la menor idea de la existencia de una identidad vasca ni  de una lengua propia».  Aterrizó en Sondika con 2.000 euros en el bolsillo, un plano de Bilbao y el teléfono del Colegio de Arquitectos.

En sólo 15 días encontró trabajo. Aún trabaja en el mismo estudio de arquitectura. «Encontré una gente increíble que confió en mí como si me conocieran de toda la vida». Los papeles los consiguió en dos meses. Pero lleva cuatro años intentando homologar el título de arquitecto.

El acento le delata, pero ya juega con el euskera. Escucha a Laboa y Oskorri. Sin saberlo, fabricó un armario con maderas que resultaron ser una txalaparta. Mariano dice con orgullo que vivió 33 años en el Tercer Mundo nutriéndose de él y lamenta que sus hijos, Muriel y Jeremías, no vivan esa experiencia.

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