Acusado de abusar de sus tres sobrinos durante 6 años niega hechos y las víctimas aseguran que le tenían miedo

Los dos hermanos declaran en el juicio que cuando oían el sonido de un coche iban corriendo a la habitación para esconderse
Clemente Ayala, el acusado de abusar sexualmente de sus tres sobrinos durante se
Clemente Ayala, el acusado de abusar sexualmente de sus tres sobrinos durante se
EUROPA PRESS
Clemente Ayala, el acusado de abusar sexualmente de sus tres sobrinos durante se

C.A, el acusado de abusar sexualmente de sus tres sobrinos cuando éstos tenían 5 años y hasta que cumplieron los 11 y 12 años, ha negado este martes los hechos que se le imputan, asegurando que nunca tuvo un encuentro a solas con ellos y que todo es "incierto". Igualmente, ha dejado claro que no le ofreció dinero a su hermana —la madre de los pequeños— para que no dijera nada de lo sucedido, tras interponer el padre de las víctimas denuncia contra éste al relatárselo sus hijos hace unos años.

En esta primera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Murcia han comparecido también dos de las tres víctimas, hermanos entre sí y ya mayores de edad, quienes han subrayado que sentían "temor" hacia su tío y que cuando oían el sonido de un coche iban corriendo para esconderse en la habitación.

De este modo, fue en 2004 cuando el hermano de ellos dos se atrevió a poner en conocimiento de sus padres lo ocurrido cuando era pequeño, momento éste en el que sus otros dos hermanos se confesaron también, ya que entre ellos nunca habían hablado de ese tema al desconocer tales hechos.

La hermana, que ha declarado como biombo por la imposibilidad emocional de ver a su tío, ha manifestado que su hermano "se quitó la vida un año después de contar lo que le pasó y por eso decidimos que había que hacer algo", ejerciendo la acusación particular en representación del padre.

A preguntas tanto del Ministerio Fiscal como de la Acusación Particular, el procesado ha negado que abusara sexualmente de sus sobrinos durante seis años en el caso de los dos hermanos y durante siete años en el caso de la hermana de éstos.

La relación, hasta el año 1999, era "buena" y los veía todos los fines de semana, cuando acudía, acompañado de su mujer, a casa de su hermana para visitarlos, pero "nunca los veía a mediodía entre semana, porque trabajaba, ni jamás fui a recogerlos al colegio ni me los llevaba a un descampado".

Aunque ha recordado que en tres ocasiones su sobrina, acompañada de su prima, fue a su casa a dormir, ha insistido en que no intentó ningún tipo de relación con ellos ni que le dijera a uno de ellos que si no lo hacía con él lo haría son su hermana, una noche en la que estaban durmiendo en su vivienda.

Sin embargo, ha destacado, una Nochebuena la relación se rompió porque cuando acudió al domicilio de su hermana sus sobrinos "estaban jugando al parchís y no me hicieron caso". En 2004 la hermana del procesado lo llamó para decirle que había abusado de sus hijos y él rechazó tales afirmaciones y que le ofreciera dinero a cambio.

Una de las víctimas ha contado que los abusos, casi siempre, se cometían en casa de su abuela, cuando iba a comer porque el colegio estaba cerca. "Me tiraba migas de pan y con los ojos me hacía un gesto para que me fuera al baño, me empujaba cuando estaba ya dentro, porque yo no quería, y me decía que era un momento y nadie de la familia se percataba", ha indicado.

Asegura que nunca lo comentó a sus dos hermanos porque "tenía miedo de decirlo y de ir también al médico, es un tema que siempre he querido olvidar".

La noche en que su hermano confesó los hechos, en 2004, un año antes de que se quitara la vida, ha recordado que estaba nervioso y llorando, diciendo que "nos tenía que contar algo y no se atrevía, por eso iba a un psicólogo".

Tanto él como su hermana han dicho en la vista oral que tenían temor y miedo de denunciar los hechos y de acudir al médico porque su tío les amenazaba: "Nos decía que esto era normal, que no se lo teníamos que contar a nadie y que si no lo hacíamos él se lo contaría a nuestros padres".

Mientras que los abusos sexuales a los que era sometida la niña ocurrían en la casa de su tío-padrino, que aprovechaba los viernes por la tarde, cuando la recogía y su mujer trabajaba en el colegio, para llevarla a su vivienda, "a veces semanalmente".

Una noche, días antes de hacer la Comunión, recuerda que estaba durmiendo con su hermano en casa de su tío y que vio como se acercaba y le decía algo al oído, para minutos después ir a su cama y realizarle algunos tocamientos "pero se fue rápido". Años después, su hermano le confesó que esa noche le advirtió su tío diciendo que "si no hacía lo que quería iría a mi cama a hacérmelo a mí".

Conclusiones del ministerio fiscal

Según las conclusiones provisionales del Ministerio Fiscal, el acusado "aprovechaba los momentos en los que se encontraba a solas con los menores para realizarle todo tipo de tocamientos, felaciones y penetraciones anales y bucales".

Una de las víctimas, a consecuencia de tales hechos, "presentó síntomas psicológicos que el afectaron al adecuado desarrollo de su personalidad, como sentimientos de vergüenza y pudor, nerviosismo e irritabilidad, hostilidad y agresividad, culpa, tristeza, miedos, baja autoestima, rechazo al contacto físico, conocimientos sexuales inapropiados para su edad, así como pensamientos recurrentes sobre los hechos y mecanismo de defensa de supresión". Todo ello propició que se quitara la vida, añade.

Los otros dos hermanos también presentan síntomas psicológicos. Entiende, por tanto, que los hechos son constitutivos de un delito continuado de agresión sexual a los tres niños, por el que procede imponer la pena de 15 años de prisión por cada uno de ellos y la prohibición de aproximación en 300 metros y de comunicación por cualquier medio respecto de la familia durante diez años.

De igual modo, deberá ser condenado a indemnizar a la familia en 120.000 euros y a los dos hermanos en 120.000 euros cada uno.

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