Entre el pasado y el futuro

Rekalde. Es uno de los barrios obreros más típicos de Bilbao. Ahora vive un tiempo de cambio. Olvidada la industria, sus vecinos esperan una moderna transformación.
Los vecinos y la autovía que atraviesa el barrio, junto a las viviendas, conviven, aunque no sin problemas. M.R.
Los vecinos y la autovía que atraviesa el barrio, junto a las viviendas, conviven, aunque no sin problemas. M.R.
Los vecinos y la autovía que atraviesa el barrio, junto a las viviendas, conviven, aunque no sin problemas. M.R.
Añoranza de pasado y esperanza de futuro. El barrio de Rekalde, el tercero más poblado de Bilbao, con 47.000 habitantes, tras Deusto y Abando, vive tiempos de cambio, entre el recuerdo de sus años gloriosos, cuando la industria era el motor de una barriada entonces plagada de futuro, y el sueño todavía lejano de la transformación hacia una zona más amable y habitable.

El presente, entre tanto, es un batiburrillo de promesas y faraónicos proyectos –la eliminación de la autopista que atraviesa el barrio y la llegada del tranvía, entre ellos– mezclados con obreros jubilados y no pocos problemas. «Aquí sólo quedamos la gente mayor; los jóvenes se tienen que ir», asegura Loren, un jubilado que en su día trabajó en Unceta, una de las fábricas punteras en la producción de embragues.

«Había más de un centenar de fábricas con más de mil obreros», recuerda. Ahora, la zona, próxima a Eskurtze, es un desierto de pabellones vacíos. «Eso serán viviendas en cuatro días», dice Mertxe, que atiende una inmobiliaria de la zona. De momento, los jóvenes lo tienen difícil para buscar casa en el barrio. «Los precios están por las nubes, 50 kilos a nada», afirma. Y lo estarán más cuando llegue el tranvía, a pesar de que los vecinos prefieren el metro, según lo han dicho en numerosas manifestaciones, y se elimine el famoso viaducto. «Cuando arriba hay un accidente, el peligro es evidente: se han caído ruedas y también coches», recuerda Francisco, propietario de un restaurante desde 1977.

«Las cosas ya no van tan bien», apura a decir. El comercio del barrio, antaño potente, es ahora un sufrido superviviente.  «La gente se va a Indautxu, que está al lado», expone Francisco. A pesar de ello, la trinchera de vías de Amezola aún es una barrera. Ya en obras, lo será por poco tiempo.

LOS VECINOS

Francisco Mateos . 71 años y 43 en Rekalde.

«Aquí se vive a gusto y ahora el barrio está más cuidado. Lo peor son los chavales que dejan el parque pintado por todas las partes y orinan en los rincones. Y si nos pusieran el metro, este barrio sería mucho mejor».

Rosalía Álvarez. 67 años y 48 en el barrio.

«Nos venden alpargatas usadas. Quitaron el autobús que va por Indautxu, nos arrinconaron las vías de Amezola y el bus que va al hospital no pasa los fines de semana».

Pilar Peñalver. 71 años y nacida en Rekalde.

«Nos han hecho muchas promesas, pero aquí no llega nada. Aún esperamos la residencia de la tercera edad y no creo que la vea. Y en el hogar del jubilado no hay ascensor».

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