Recorrer el mundo, dejar la urbe, ser cooperante... cambios de vida para huir de la crisis y ser feliz

  • 20minutos.es habla con varios 'trotamundos', entre ellos, dos parejas que dejaron todo para lograr su sueño: pasar la vida viajando alrededor del mundo.
  • Otros abandonaron la oficina para "reinventarse": decidieron marcharse lejos a trabajar como cooperantes o aislarse del 'mundanal ruido'.
Personas que dejaron su anterior modo de vida y buscaron un nuevo rumbo.
Personas que dejaron su anterior modo de vida y buscaron un nuevo rumbo.
©Albert Uriach / FVF y otros autores
Personas que dejaron su anterior modo de vida y buscaron un nuevo rumbo.

Saben que en la vida no existen los guiones. Y, por eso, han decidido acabar con lo que parecían historias escritas de antemano. Abandonaron la oficina el día en que se reconocieron insatisfechos y colgaron el cartel de "cerrado por hartazgo" sin temor al 'fantasma' de la crisis. No les importó dejarlo todo. Liarse la manta y abandonar una vida de confort. Ni mudar de escenario, con todos sus costes. Querían oxigenarse.

Son nuevos trotamundos, 'urbanitas' exiliados de la ciudad, cooperantes de nuevo oficio y 'aldeanos conversos' con los que 20minutos.es ha hablado para confirmar que las fórmulas con las que es posible reinventarse pueden ser múltiples cuando el objetivo es sencillo: (volver a) ser feliz.

Vivir viajando

Xavi trabajaba como maquetador en un periódico deportivo en Barcelona, y Carme, en Recursos Humanos del Banco Sabadell. Llevaban una vida ordinaria aunque ninguno de los dos lo era. El esquema se rompió el día que, cansados de la rutina, decidieron hacer lo que realmente querían: recorrer el planeta.

Después de tres vueltas al mundo y con muchos miles de kilómetros a la espalda, Xavi relata a 20minutos.es las sensaciones que le suscita ahora su vida anterior: los efectos secundarios que le causaban los hábitos, el "dolor" que, asegura, incluso sintió cuando, tras su primera vuelta al mundo, intentó readaptarse a su vida en Barcelona y no lo consiguió. "No hacía más que preguntarme qué hacía yo viviendo una vida que no quería vivir, ¿acaso alguien me estaba obligando?".

<p>Xavi y Carme</p>Xavi había recorrido junto con su pareja, Carme, once países de Europa, América y Asia, y ya no era el mismo. Tampoco ella lo era. La excedencia que había pedido para su primer viaje le supo a poco, así que decidieron apostar todo a una carta y poner los medios para lograr su proyecto de vida: vivir viajando. 

Siete años después, han conseguido vivir de sus sueños: hacer viable económicamente su plan. Además de trabajar como diseñadores —un oficio que aprendieron porque les permitía trabajar desde cualquier sitio—, fundaron su propia ONG, cuyos proyectos dan a conocer en su página web. A través de ella, recaban fondos de sus seguidores —que se cuentan por miles— para iniciativas solidarias como el aula-biblioteca que en febrero de este año lograron para un orfanato en Kabarnet (Kenia), que fue costeado con los 2.150 euros recibidos en donaciones a través del sitio web.

Otra vía de financiación han sido los tres libros que ya llevan escritos y en los que relatan las experiencias de su vida nómada. De los dos primeros, agotaron existencias, con 2.500 ejemplares vendidos. Con el tercero, que verá la luz en noviembre, esperan repetir el éxito.

Si echa la vista atrás, Xavi se enorgullece de que ni las dificultades les amedrantaran ni de que el 'fantasma de la crisis' les hiciera echarse atrás. "Nosotros en este momento, quisimos ver una oportunidad. Muchos nos acusaron de imprudentes cuando dejamos nuestros puestos de trabajo pero lo cierto es que, con el tiempo, algunos de ellos se quedaron en el paro... Nada garantiza nada ni es seguro. La vida es en sí inestable. Lo bueno es que, ante esta mayor inestabilidad, mucha gente está tomando decisiones arriesgadas y se están dando cuenta de las trampas del estado de bienestar".

Aunque sabe que no existen fórmulas mágicas, la base se construye, en su opinión, con materiales básicos: "En realidad no es tan difícil. Mucha gente ha roto para hacer algo distinto. Se trata de hacer con tu vida lo que quieres y de no inventarte excusas porque, una vez que te decides y matas el primer miedo, entonces nada te puede parar".

La estela nómada

La historia de Fleur y Fernando, vecinos del municipio malagueño de Mijas, sigue la misma estela nómada. 

Hace poco más de un año, vendieron la casa, los muebles, los electrodomésticos, la ropa, el coche… y se compraron la autocaravana con la que se han lanzado a descubrir nuevo mundo. Junto a sus hijos, de uno y cinco años, han emprendido una aventura que durará unos tres años y que ha llevado a Fernando, de 29 años, a dejar su empleo fijo como auxiliar administrativo, tras casi nueve años. "No me sentía cómodo entre tanta burocracia. Sabía que quería cambiar de vida", asegura a este periódico.

<p>Fernando y sus hijos.</p>Aparte de su trabajo de funcionario, Fernando tenía otros empleos para lograr pagar la hipoteca y el préstamo del coche. "Esa vida me hacía sentirme mal cada día. No llegaba casi a final de mes y apenas tenía tiempo para ver a mi familia". En cierto modo era víctima, opina, del ideario común contra el que finalmente se rebeló. "Nos han inculcado que lo importante es un trabajo estable, una casa, un coche… pero la vida es más que eso. Para nosotros, eso no es vivir, es sobrevivir. Así que decidimos coger las riendas de nuestras vidas y cambiar el rumbo".

El resultado, hasta la fecha, es más que satisfactorio. Nadie "fiscaliza" ya su tiempo. Al menos, durante estos meses en los que él y su esposa dedican por completo a viajar y a estar con sus hijos.

El viaje les llevará ahora, una vez finalizada la primera etapa —en la que han recorrido 15.000 kilómetros por Europa—, a América, donde se desarrollará la segunda. Luego llegarán a África. Fernando cuenta que lo harán a su ritmo y que, si es necesario, alterarán los plazos y la ruta. Lo único importante es, dice, "no perder de vista el sueño", aunque implique renunciar a muchas cosas materiales, algo, en su opinión, secundario.

De la misma opinión es Antonio Poyato, que viaja ligero de equipaje alrededor del mundo desde que hace unos meses dejó su puesto como responsable del Departamento online de una conocida multinacional de electrónica de consumo, donde trabajó durante 14 años. A Antonio, "los paisajes, las aventurillas y la cantidad de buena gente" que se va encontrando, le compensan las "incomodidades" del viaje.

<p>Antonio</p>"Necesitaba empezar desde cero, deconstruirme", asegura. Así que, cuando la necesidad se hizo más evidente, hizo las maletas y compró un billete World Round Tour —que ofrecen algunas aerolíneas para dar la vuelta al mundo a precios no muy elevados—. Según cuenta, "espera a que escampe" en España para volver y montar su propio negocio, su segundo sueño, tras el de 'ejercer' de trotamundos.

Entre tanto, intenta no pensar demasiado en el futuro, una palabra que a él solo le remite "a los próximos 3 o 4 días" —"lo demás es incertidumbre", confiesa—, y sigue, con todo, con preocupación y "tristeza" las noticias que le llegan de España. "Ojalá despunte algo de lucidez y no aparezcamos en la prensa extranjera como un país que aún recuerda a otras época en blanco y negro...", señala.

Una ejecutiva que orientó su vida a los demás

<p>María.</p>Hasta hace cinco años, la gallega María Bodelón trabajaba en una multinacional tabacalera en el Reino Unido. Fue hasta que descubrió que su trabajo de ejecutiva no le satisfacía y que necesitaba orientar su vida hacia los demás. "Tenía grandes aspiraciones de ascender en la compañía y ganar un salario cada vez mejor pero cuando lo conseguí me di cuenta de que no era lo que me llenaba", confiesa a 20minutos.es. 

Después de aquella 'revelación', María decidió presentar su carta de dimisión en la compañía y viajar durante una temporada por el mundo. Se embarcó en un periplo que le llevó hasta Benarés (India), la ciudad sagrada del Ganges, en donde, impactada por la pobreza infantil, fundó la ONG Semilla para el cambio, que busca la alfabetización y nutrición de familias con escasos recursos —la mayoría de ellas, dedicadas de recoger basura—.

Desde entonces, ha ido sumando "padrinos" e intentando que su "proyecto personal" creciera pasito a pasito. El resultado hasta la fecha es satisfactorio, confiesa, ya que, se ha logrado escolarizar a más de 100 niños y prestar asistencia médica a más de 400 personas, y que 12 niñas hayan abandonado la recogida de basuras para dedicarse a pintar pañuelos.

Además, María dice haber encontrado su "sitio" en un lugar en el que al fin hace algo que verdaderamente le reconforta y en el que pone toda la carne en el asador. "Lo que hago ahora sí es gratificante. Es algo que me sale de dentro", declara.

Reinventar un oficio

La historia de la arquitecta barcelonesa María Elena Alonso sigue un curso paralelo. A sus 30 años y con un curriculum tan brillante como extenso, asegura que cuando hace medio año decidió marcharse a Anantapur (sudeste de la India) a trabajar como cooperante, no huia hacia adelante. No le importó dejar a mitad un máster y varios proyectos en Barcelona, su ciudad natal, ni vivir de sus ahorros durante los primeros meses, porque tenía un propósito claro: reinventar su oficio.

<p>María Elena Alonso.</p>Desde Anantapur, donde trabaja ahora en la Oficina de Arquitectura que la Fundación Vicente Ferrer tiene en la zona, María Elena explica por vía telefónica a 20minutos.es que necesitaba volver a encontrar sentido a su profesión. "No me fui de España porque fuera huyendo. Sentía que era necesario reinventarse y volver a pensar qué es realmente la arquitectura. En España, con el parque de viviendas vacías que tenemos, no es lo que se necesita. Allí sentía que en el fondo lo que hacía servía para que alguien ganara más dinero especulando, para seguir alimentando esa burbuja que finalmente ha explotado", declara.

En La India, trabaja junto a otros dos arquitectos españoles y otros muchos ingenieros autóctonos en la ampliación de un hospital que se ha quedado demasiado pequeño y en el que ahora se necesitan más camas, más operatorios, más viviendas para el personal sanitario... Al fin, dice, ve los frutos de su trabajo y se siente reconfortada con lo que hace.

Del relato de su experiencia se deduce que no solo el hospital está creciendo: también lo está haciendo ella. Asegura que la experiencia le ha hecho "cambiar la perspectiva" y darse cuenta "de lo que importa y de lo que no". "Aprendes a darle una importancia relativa a algunas cosas. Lo que antes era prioritario quizá ahora ya no lo es tanto", apunta.

Vuelta a las raíces

A veces la renovación puede suponer una vuelta a los orígenes. Es el caso de Luis Montalvo, quien, a los 40 años decidió dejar su propio negocio, la empresa de mensajería que había fundado y a la que había dedicado más de 15 años, e irse a vivir a un pueblo de Segovia rayano con la provincia de Burgos.

<p>Luis Montalvo.</p>“Hay un momento en mi vida en el que Madrid me satura y decido romper con todo y volver al pueblo en el que están mis raíces”, relata a 20minutos.es Luis que recuerda que, aunque él era su propio jefe y llevaba “sus propios designios”, simplemente no era feliz.

Esa sensación de hartazgo, sumada a "otras vicisitudes", le llevan a un mundo radicalmente distinto, a su 'particular Ítaca', en la que de nuevo “tira de ideas” y en donde, apoyado por la iniciativa 'Abraza la Tierra', monta un negocio: un circuito de kartings con el que revive su vieja pasión por el motor. “Paso de un sitio en el que vivían 5 millones a otro en el que vive 50. Antes recibía 100 llamadas al día, y ahora, una o dos ”, declara.

Pero el recuerdo del pasado no le suscita nostalgia porque lo tiene claro: “Los que al principio me decían que estaba loco, al cabo del tiempo me decían que les daba envidia porque, aunque es muy difícil volver a empezar cuando tienes tu vida resuelta, la verdad es que ahora soy bastante más feliz”.

Esas mismas sensaciones son las que tiene Eva Alcolado, una madrileña de 40 ños que hace unos meses se 'autoexilió' de la capital para convertirse en una 'aldeana de nuevo oficio' en Marugán, un pequeño recodo de Castilla y León.

Aunque el coste no ha sido pequeño —ha dejado su trabajo como directora comercial de un conocido restaurante, al que dedicó casi dos décadas—, Eva dice que abandonar la "vorágine" de su vida anterior "es lo mejor" que ha hecho en su vida. Ya no tiene sueldo —su marido, su hija y ella viven ahora de una sola paga y de sus ahorros— ni lleva reloj. Pero dice que no le hace falta: se levanta cuando canta el gallo de una casa vecina y sabe cuando tiene que recoger a su hija del colegio solo observando la luz del día.

<p>Eva Alcolado</p>Asegura que le basta con esa tranquilidad recién estrenada, y con poder dedicar mucho más tiempo a su familia, para estar contenta. Y con trabajar en su huerto o enseñar a sus vecinas informática para no añorar las comodidades de su anterior vida de "hipersupercosmopolita", como ella misma la define, aunque la fórmula para su felicidad haya supuesto una reinvención total. "Yo antes pensaba que las zanahorias venían congeladas", bromea.

Un cineasta que fabrica quesos

Joaquín Manchado ha dedicado 36 años de su vida al cine. Pero hace poco más de un año decidió que nunca es tarde para reinventarse, así que cambió de tercio. Alterna desde entonces la cinematografía con la fabricación de quesos.

La curiosidad por el negocio de los quesos le picó el día que él y su pareja cenaban con unos familiares que comentaron que un negocio de toda la vida iba a cerrarse en Campo de San Pedro (Segovia). Y, a pesar de no haber trabajado en nada parecido nunca, decidió ponerse manos a la obra.

<p>Joaquin</p>Aunque no ha dejado del todo su profesión anterior, y vive a caballo entre Madrid y el pueblo, dice que si el negocio de la quesería se consolida, se dedicará por completo a ello. Y eso que el campo tampoco es la panacea, afirma Joaquín, que describe las dificultades para hacerse un hueco ante la coyuntura económica actual.

Si bien, más allá de los inconvenientes, se muestra satisfecho con su 'nueva vida': “He descubierto un mundo desconocido, atractivo, interesante, curioso. Creo que todo lo que sea emprender ilusiones es siempre muy sano, oxigena tu vida. Si no, te estancas, te encierras y te hundes. Hay que tener valor para tomar decisiones", subraya.

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