Lo que ha diseñado es un sistema de contenedores a ras del suelo que se levantan de forma automática al pisar un botón. La diferencia con los actuales –instalados en la calle Doctrinos y previstos para Miguel Íscar, Recoletos y Fuente Dorada– es que el camión que los recoge no lleva un brazo hidráulico «que hace ruidos», sino un imán.

Un ahorro importante

«Con lo que cuesta un camión actual, se pueden comprar cuatro como los que yo propongo», asegura Boto. Es más, también los contenedores actuales llevan un sistema hidráulico de tijera que puede estropearse. «Tienen la capacidad de nueve contenedores de los actuales y permiten separar los residuos, con lo que si se van implantando se puede acabar con los iglúes de vidrio y cartón», asegura.

Otra ventaja sería que, al estar ubicados al ras del suelo, dejan usar el 100% de los aparcamientos y abre incluso la posibilidad de poner publicidad en las chapas, como medio de financiación.

El proyecto se complementaría además con una planta dónde, a través de cintas transportadoras, se podrían reciclar directamente los materiales y limpiar los contenedores a diario.

Un pensador de soluciones

A sus 50 años, este hostelero no ha dejado nunca de «darle a la cabeza». Los contenedores subterráneos son una idea de hace 12 años, pero desde entonces no ha dejado de inventar. La Junta le rechazó un proyecto de cortafuegos ignífugo automático capaz de hacer un camino de diez kilómetros de largo por 25 de ancho, con lo que asegura que se pondrían en peligro muchas menos vidas. Ahora está en negociaciones con Galicia para sacar adelante el prototipo. Su última ocurrencia está ya en manos del Ministerio de Defensa y asegura que podría ser de gran utilidad para el Ejército.