El euskera le abrió un mundo nuevo. Y una nueva vida. «Me gusta mucho la cultura vasca, me gusta el idioma, la música, la vida, las sidrerías, la parranda», suelta, sin tiempo para enumerar las razones por las que está enamorada de esta tierra. «Nunca me he sentido sola. La gente me ha acogido muy bien, estoy encantada», agrega.
Ahora lleva un año viviendo a caballo entre Vitoria, donde estudia, y Elantxobe, donde ha trabajado en la hostelería para poder vivir. Y aunque este año regresará a Polonia para acabar su carrera, no tiene duda de que acabará viviendo en Euskadi. «Me gustaría dar clases de euskera, aunque buscar trabajo es difícil», reconoce.
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