Enfermeras rurales llevan escolta policial para evitar agresiones

Cuando van a casa de enfermos problemáticos. Ocurre en Buñol, Turís, Monforte o Sax. Alicante es la provincia más conflictiva
A grandes males, grandes remedios. Es la conclusión a la que han llegado algunas enfermeras de Turís, Buñol, Monforte del Cid y Sax, que han alcanzado acuerdos informales con la Guardia Civil y las Policías Locales para que las acompañen en las visitas domiciliarias que se antojan conflictivas. Así pretenden protegerse de agresiones verbales (las más frecuentes) y físicas.

Una encuesta hecha por el sindicato Satse a 200 asociados hace dos semanas revela que unas 9.000 enfermeras que trabajan en hospitales y centros de salud públicos de la Comunidad han sufrido amenazas, incluso de muerte, insultos o golpes.

Vienen a representar al 80% del personal; sin embargo, sólo el 5% (unas 600 profesionales) se anima a denunciar y muchas asumen erróneamente que «soportar estas agresiones es inherente a su trabajo», según Francisco Puche, secretario de comunicación del Satse.

Mapa de peligrosidad  Alicante es la provincia valenciana donde más casos se registran: 85 de cada 100 enfermeras que trabajan allí aseguran haber sufrido algún tipo de maltrato. Valencia, con un 75,8%, no va a la zaga.

Casi ninguna víctima (el 85,5%) se siente protegida por su jefe, aunque, en su descargo, Puche aclara que «muchas veces ni llegan a enterarse».

En los casos en que sí están al tanto, derivan al paciente a un colega de la víctima para evitar nuevas tensiones, una suerte de medida de alejamiento. «En ocasiones lo acuerdan los propios compañeros», matiza Puche.

Esta precaución se adopta cuando es el enfermo el que acude al centro. Si el sanitario es el que va a casa del paciente, se recurre a la Policía cuando sospecha, por precedentes o porque se trata de un barrio peligroso, que corre riesgo.

«Te voy a matar. Sé donde vives»

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