Luis Tosar: "¡Siendo gallego hay que hacer de narco alguna vez!"

Las claves:
  • Acaba de presentar ‘Las vidas de Celia’ y en breve estrena ‘Hotel Tívoli’, película firmada por su inseparable Antón Reixa. Repasa sus últimos papeles.
Luis Tosar. (20MINUTOS)
Luis Tosar. (20MINUTOS)
Luis Tosar. (20MINUTOS)

Nació en Lugo (1971). Se inició como actor con su profesor de literatura. Trabajó en Televisión de Galicia. Ganó el Goya por Los lunes al sol.

¿Galicia, tierra de cine?

¡Ya nos gustaría! Si hay cine gallego lo habrá. Y si no lo hay, pues tampoco pasa nada.

¡Muy gallega la respuesta! Y muy entusiasta. ¿El gallego siempre renace?

Nunca mejor dicho, ¡de nuestras cenizas! (risas). Nos quemamos o nos autoinmolamos y luego renacemos. También porque tenemos suerte, pese a sufrir un montón de desgracias.

Lo de Miami Vice, ¿fue irse a buscarse las lentejas fuera, como buen gallego?

Eso siempre. Siempre estuve saliendo fuera para buscar curro, aunque aquí nunca me ha faltado. Soy de los pocos que puede decir que es profeta en su tierra.

¿Y lo de hacer de mafioso?

¡Siendo gallego hay que hacer de narco! (risas). Al menos una vez en la vida. Y sino, pues de narco colombiano.

¿Había mucho vice en Miami?

Yo vi mucho más vice aquí toda mi vida que allí (risas). Allí es todo como muy hispano-hortera. Y con poco vicio.

¿Qué fue lo que más le impactó allí?

En República Dominicana rodábamos en suburbios y los cuerpos de seguridad que nos protegían eran las propias bandas de Santo Domingo. Allí la policía no se quería meter. ¡Había chavales de 15 años con unas pipas que te cagas! De hecho hubo un tiroteo, pero afortunadamente fue a los dos días de haberme largado de allí.

También rodaron en Paraguay.

Bueno, Jamie Fox decidió que a Paraguay ya pasaba de ir. Yo llegué allí y no había ni Dios, del resto de los actores no había ido nadie (risas). Pregunté qué pasaba y me dijeron: “No, que pasan de venir porque tienen miedo”. ¡De puta madre!, pensé (risas). Luego resultó ser un sitio mucho más tranquilo.

¿Continuará su aventura americana?

No sé… Ha habido tanteos, pero ningún proyecto en firme. Sí que me pillé un representante allí, pero actualmente el trato con él está en stand by. Si sale saldrá. Y si no, pues no. Tranquilamente.

Acaba de rodar Hotel Tívoli, que dirige Antón Reixa.

Antón es casi familia. Somos amigos, hemos currado muchísimo juntos. Y también está asociado a mi carrera desde Mareas Vivas, que fue un boom de teleserie en Galicia. Incluso hemos tenido colaboraciones en lo musical.

¡Cuente!

Yo tuve una banda durante muchos años. Y ahora tengo un grupo de cabaret que tiene un componente musical muy fuerte. Hacemos colaboraciones con gente como Siniestro Total… Siempre hay algo ahí.

¿Canta?

Yo canto, sobre todo. Y luego toco la guitarra. La música es lo que más me gusta con diferencia. Soy mucho más aficionado a la música que al cine o al teatro. Incluso como espectador. Lo de actor tiene que ver mucho con el curro y ahí ya no lo disfruto tanto.

Regresemos a Hotel Tívoli.

Es una historia muy curiosa y real, basada en un gallego que montó un karaoke en Groenlandia.

¿Perdón?

¡La historia es cierta! Es una trama muy coral que va unida por un mechero que va pasando de mano en mano y cuyo denominador común son el amor y el desamor. En mi caso es el desamor. Trata de un tipo que se casó con una esquimal… ¿Sabes que en la sociedad esquimal el intercambio de parejas es una cosa habitual, no?

No.

Pues sí, es una cosa muy natural para ellos. ¡Te hablo totalmente en serio! Incluso lo hacen con gente de fuera. Y al principio, al personaje le resulta muy divertido, pero al final ya no sabe cómo repartir tanto amor y se cansa (risas). Y cierra el chiringuito, el karaoke, y ya se vuelve para Galicia. Está basado en una historia real.

También acaba de presentar Las vidas de Celia.

Es una película arriesgada, rara. Me extrañó que la metiesen en San Sebastián porque es muy poco convencional. Es muy dura de factura, muy agreste. Está rodada en HD e incluso la realización y el montaje son muy crudos. El director es un chaval muy arriesgado para rodar esas cosas, que por otra parte es uno de los valores de esa peli.

¿Cuál es su papel?

Hago de poli, es una película que arranca como un thriller policiaco, pero luego no es más que una excusa para mostrar la vida de todos los personajes implicados en un asesinato. Es una película que habla de lo que ocurre dentro de las casas, de la mierda que se cuece por ahí y que finalmente sale al exterior. Habla de las miserias del ser humano. Y ese poli va levantando tumbas, sin querer, pero destapando todo esto.

¿También participa en Metílico, no?

¡Me acabo de enterar en la entrevista anterior de que estoy en ese proyecto! (risas). De verdad. Así que no te puedo contar nada porque no tengo ni idea.

¿En qué anda metido, cuáles son sus proyectos inmediatos?

Si te digo la verdad, ¡ni puta idea! (risas). Unos se han retrasado y muchos otros creo que ni siquiera se harán. Había un proyecto muy bonito sobre Hernán Cortés en el que estaba metido Antonio Banderas, pero me da la impresión de que no se va a hacer. O como mínimo, va a costar que se haga.

¿Cómo ve su oficio ahora, desde la distancia?

Al principio hacíamos cortometrajes sin pasta y de una forma muy precaria. Te hablo de ir a rodar una escena en la que salías conduciendo un coche y tener que ser nosotros los que enganchábamos la cámara a la ventanilla, apretar el botón de ‘on’, darle a la claqueta, y luego, actuar. O hacer travellings andando de rodillas ¡porque no teníamos travelling!

¿Alguna anécdota que rescatar?

Una vez, cuando hacíamos Mareas Vivas, salimos por la noche de copas y se nos fue de las manos. Total, que llegamos al rodaje sin haber dormido y sin que se pudiese enterar nadie porque además, ¡ese día Fraga inauguraba el lugar donde rodábamos! (risas).

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