Ni siquiera la tecnología de los programas de software es incapaz de simular los mismos efectos que el berlinés Heinz Hajek-Halke (1898-1983) logró con sus imágenes analógicas. Los experimentos con químicos que llevaba a cabo en el cuarto oscuro tienen un aura de misterio que permanece en la actualidad.
La Akademie der Künste de Berlín, que cuenta en su colección con 200 trabajos del fotógrafo alemán, inaugura el 8 de septiembre Der Alchimist. Heinz Hajek-Halke. Lichtgrafisches Spätwerk (El alquimista. Heinz Hajek-Halke. Foto-gráficos tardíos), un redescubrimiento del resultado de los complejos trucos del artista, con obras de los años cincuenta y sesenta, su época de esplendor.
El modo en que jugó a acercar la foto al arte abstracto a mediados de siglo equivale a las innovaciones de László Moholy-Nagy en la fotografía en la Bauhaus durante los años veinte.
Un exilio interior en la Alemania nazi
Hajek-Halke comenzó con su estilo no figurativo durante su silencio en la II Guerra Mundial, en un exilio interior que lo llevó a vivir a Kressbronn —en el lago de Constanza— huyendo de la oferta de Joseph Goebbels (ministro de propaganda de Hitler) para dirigir documentales falsos sobre el ideario del nazismo. Junto al lago, el artista vivió en silencio hasta 1946, crió pequeños animales y se centró con pasión en el lado más creativo y experimental de su trabajo.
En los cincuenta, sus obras comenzaron a exponerse como "fotografía subjetiva". Los suyos eran los primeros ejemplos que mostraban el potencial puramente artístico del medio.
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