Marisol dice que tiene un sueño estúpido. "Vivir con mi pareja, que los dos trabajemos, pagar el alquiler sin sufrimientos —de hipoteca ya ni hablamos— y que si tengo un niño —para más no da—, que mi sueldo no se lo lleve la guardería que tiene que cuidarlo mientras trabajo. Claro que quiero volver a casa... el problema es que en España no hay sitio para mi sueño".
En España, Marisol trabajaba de administrativa en el sector de la construcción, uno de los primeros en caer por la crisis. "Tuve la opción de irme a Oriente Medio o ser víctima de una reestructuración. Me fui dos años, pero cuando volví con más experiencia me dieron el mismo trabajo con un sueldo cuatro veces menor al que ganaba fuera", se queja. Así que buscó trabajo y salió Serbia. "Si hubiera salido Siberia probablemente allí estaría", reconoce.
Esta veinteañera, que se fue de una España que "estaba poniéndose oscura y ahora está negra", cree que la situación ha emperorado mucho para las empresas españolas porque "aunque tu empresa sea fuerte, tu banco está en el punto de mira", dice. Marisol también critica que "los de arriba se hayan dedicado a jugar al monopoly" y ahora tengan que pagar el pato los que están abajo.
Daniel Torregrosa también tuvo que marcharse. Este valenciano de 29 años licenciado en farmacia se fue a Birmingham (Reino Unido) al principio de la crisis tras varios años haciendo trabajos temporales en pequeñas empresas. "En la mayoría de ellas, había empresarios mediocres o encargados que se dedicaban a pisar al de abajo por el mero hecho de ser encargados", recuerda. Sobre la situación actual en España, dice que los cupables son "los malos dirigentes, tanto los de la mano izquierda como los de la derecha, y su mala gestión".
Suiza es también muy crítica con España. "Nos ven como un país poco serio. Entienden que la prima de riesgo suba sin freno porque ellos tampoco confiarían en España", asegura Maína Giráldez, una madrileña de 38 años que vive en Zurich. "A los suizos les parecen increíbles nuestros casos de corrupción en los que nadie dimite, los políticos con desvergüenza, la falta de formación y la gran desorganización", resume esta licenciada en Económicas que sigue en el paro.
A Maína le preocupa el gran coste social de la crisis española. "Veo muchas familias con todos sus miembros en paro, muchas parejas con una deuda que no pueden afrontar y muchos jóvenes formados que se ven obligados a dejar el país. España ha estado viviendo en una burbuja y le está costando muy caro salir de ella", analiza.
Ignacio trabaja con suizos y franceses, y confiesa que tienen una imagen bastanta mala de España a causa de los casos de corrupción y estafa. "Yo veo las cosas con mucho pesismismo, todo es bastante negativo y parece que no piensan ponerse de acuerdo para buscar soluciones reales. Encima, pretenden pagar todo esto con el esfuerzo de la gente que tiene un sueldo normal sin pensar en las consecuencias", se lamenta.
Alberto ve la crisis española como algo inevitable, que estaba claro que iba a llegar. "A la gente le va a tocar pasarlas canutas para que los políticos y banqueros puedan vivir a cuerpo de rey. Ellos, sus familias y sus futuras generaciones", denuncia.
Marta tacha la situación en España como penosa. "Está fatal, es indignante. La gente está sufriendo los recortes, la reforma laboral y el maltrato a los derechos más básicos. No quiero volver. Además el partido que gobierna no tiene nada que ver con mis intereses", confiesa.
A Velia Goberna los taxistas de Indianápolis (EE UU) le preguntan por la tasa de paro en cuanto notan que es española. "Me ha sorprendido ver que parte de la población está informada de lo que ocurre en España", confiesa esta licenciada en Traducción e Interpretación de 32 años que trabaja como profesora de español.
Consiguió el empleo gracias a un programa del Ministerio de Educación y Cultura que facilita los trámites para trabajar en EE UU unos tres años y ahora no piensa en volver porque "el sistema de acceso a la enseñanza pública en España es una locura", protesta. Ve la crisis española como muy alarmante y dice que estamos en el punto de mira porque "hasta la reelección de Obama dependerá de la gestión de la crisis europea", explica.
Pese a todo, querría volver a casa porque es donde está "la gente que de verdad importa", pero le da pánico buscar trabajo en España. "Toca ir para atrás y admitir que, como país, no tenemos el potencial que pensábamos. No somos un país puntero", admite.
Aunque admite que los dubaitíes son conscientes de nuestra crisis, afirma que "la gente de aquí está enamorada de España. Les encanta ir e incluso reciben clases de español". Ramón tiene esperanzas en poder regresar porque "una compañía aérea parece que me va a dar una oportunidad y podré volver a España dentro de poco", explica.
"Aquí España no ha dejado de ser noticia por su situación económica, pero los indios no la personalizan, lo ven como una crisis del euro. No están muy al corriente de quiénes son los países más involucrados", afirma Alfonso, que cada vez pasa más tiempo en India. Percibe que la crisis española ha empeorado y cada vez es más complicada. "Se ha tardado en poner fin al desmán de las cajas de ahorros y hay muchas dificultades de financiación. La situación económica ya la sufrimos todos de manera individual y de forma más o menos dura", analiza.
Aunque dice que los japoneses, en general, no están muy interesados en política, parece que "ahora todo el mundo sabe quién es Bankia. Es un poco deprimente porque no llegan más que malas noticias", cuenta este joven, que asegura que tarde o temprano volverá a casa porque es hijo único.
Ahora su empresa lo envía a Eslovaquia, donde están construyendo una central nuclear. "He aceptado porque es una buena oportunidad laboral. Tanto económicamente como porque voy a aprender mucho", añade.
Los chinos no hablan mucho de la crisis española. "En chino, la palabra crisis (weiji) viene de wei (peligro) y jihui (oportunidad). Para ellos, una crisis es una situación de peligro, pero también una oportunidad para cambiar las cosas a mejor. Algo que no se está haciendo en España", sentencia Ana, a quien le encantaría poder volver, pero no para estar parada. "Estoy a 10.000 kilómetros de distancia, pero puedo imaginar que el ánimo de los españoles no está en su mejor momento. Cada vez hay más recortes, más incertidumbre y lo peor de todo es que tampoco se aprecia que las cosas se vayan a solucionar", reflexiona.
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