Hasta ahora, los puntos de fricción han sido constantes –más, en el año con Antonio María Rouco al frente de la Iglesia– en todos los asuntos: la unión de parejas gay (los curas entraron en campaña con reparto de folletos), la investigación con células madre (la Iglesia editó el tríptico Todos fuimos embriones) o la reforma del Código Civil para agilizar el divorcio. En este nuevo entorno, en el que ambas partes quieren abrir un «diálogo fluido y constructivo», ha habido acuerdo para crear dos comisiones mixtas para abordar la clase de religión y la financiación de la Iglesia.

Ha habido varios gestos. Ya el 2 de marzo la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, se reunió con el vicepresidente de la Iglesia, en un intento común de acercamiento, refrendado el martes. Pero también, el anuncio de Zapatero de que acudirá al funeral del Papa o la emisión por TVE de 24 horas seguidas sobre la muerte del Pontífice. En este camino de entendimiento ha podido influir de alguna forma el fallecimiento de Juan Pablo II, pero también el reciente relevo al frente de la Iglesia, con Blázquez, una figura más dada al diálogo, o un intento desde el PSOE de rebajar la tensión con vistas a futuras citas electorales.

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