Olaf Hajek (Rendsburg-Alemania, 1965) se nutre de la belleza que reside en cualquier rincón del planeta. El atuendo de las mujeres de una miniatura india, la exuberancia de una diosa africana y la vegetación y la fauna de un país centroeuropeo pueden convivir en la misma ilustración sin causar estridencias. El compositor Frederich Chopin o el grupo de rock R.E.M están rodeados de un remolino de estímulos que no alteran sus expresiones serenas.

La editorial berlinesa Gestalten publica el cinco de julio Black Antoinette (La negra Antoinette), un libro que recopila el trabajo más reciente del artista alemán, con un estilo libre de compromisos que en los últimos años se ha vuelto cada vez más pictórico.

No trabaja sobre papel, elige superficies que se sostienen por sí mismas, como el cartón o la madera. En las creaciones de Hajek, uno de los ilustradores actuales más solicitados, mandan la frescura y la inocencia ancestral del folclore, del arte occidental africano a la tradición latinoamericana.

Entre la colección hay obras creadas para exposiciones en galerías, pero también un abundante catálogo de encargos para campañas publicitarias y publicaciones como el Washington Post, el New York Times, Rolling Stone o la revista Time. Para celebrar la publicación, la editorial también inaugura en su galería una muestra hasta el 29 de julio con una selección de originales incluidos en el tomo.

Junta objetos sin relación entre sí y crea revoltijos de tesoros que inserta en visiones naturales de desiertos, selvas y bosques. Es un apasionado de "la imperfección de la belleza" y en las flores y las frutas de sus ilustraciones se respira el esplendor previo a lo marchito, el proceso vital lógico en todos los seres vivos.