El arte de recibir al verano

  • Desde Stonehenge a Times Square, pasando por Suecia, Perú o España, la llegada del verano es acogida por todo lo alto con diferentes festividades.
  • Esa celebración de la vida, el calor y la luz aún pervive en nuestros días.
Un grupo de personas se reúne en Stonehenge para recibir al verano.
Un grupo de personas se reúne en Stonehenge para recibir al verano.
GTRES
Un grupo de personas se reúne en Stonehenge para recibir al verano.

El sol ha sido, para muchas culturas a lo ancho del mundo y a través de los tiempos, objeto de veneración, fuente de vida y calor, y una referencia para el paso de las estaciones. La llegada del verano suponía un gran acontecimiento que ponía fin a las heladas, la oscuridad y la muerte, que traían aparejados los meses más fríos. Esa celebración de la vida, el calor y la luz aún pervive en nuestros días.

Hace 3.000 años, un rayo de sol atravesó el eje de un círculo megalítico erigido al sur de la actual Inglaterra, coincidiendo con el solsticio de verano. Para sus constructores de la Edad del Bronce, la casualidad no era tal. Y en la actualidad, entre el 20 y el 22 de junio –dependiendo de si es año bisiesto–, el astro solar sigue alineándose perfectamente entre las monumentales puertas pétreas de Stonehenge. Allí, una multitud de más de 20.000 curiosos, neopaganos o amantes de las fiestas celebran el día más largo del año y la noche más corta entre risas y alcohol.

Muchos kilómetros más al norte, las familias se juntan en corros en torno a un poste floral de forma fálica, que representa la fertilidad. Cantan canciones que aluden a las cosechas, comen salmón y beben aquavit, una bebida destilada escandinava. Las jovencitas escogen siete tipos de flores diferentes y las colocan debajo de la almohada para soñar con su futuro esposo. Es el Midsommar, la festividad más importante de Suecia, la única tradición que se mantuvo intacta ante la irrupción del cristianismo y que aún tiene lugar bajo el sol de medianoche.

Invierno en junio

Al otro lado del océano, y cruzando la línea del ecuador, el 21 de junio significa la entrada de la estación invernal. Pero en Sacsayhuamán, una fortaleza  inca cercana a Cuzco (Perú), tiene lugar el Inti Raymi, una antigua ceremonia religiosa en honor al dios Sol (Inti).

Se trata de una festividad común con otros pueblos precolombinos de Suramérica que constituía el comienzo del nuevo año y fue suprimida por los conquistadores españoles. Afortunadamente, hace setenta años se recuperó esta ancestral ceremonia, que hoy se ha convertido en un espectáculo de gran importancia para los cuzqueños y un gran reclamo turístico. Miles de personas participan en la puesta en escena del Inti Raymi, un derroche de colorido, música y danzas.

Una fiesta grecorromana

En España, la celebración de la llegada del verano se retrasa hasta la noche del 23 al 24 de junio (del 24 al 25 en Alicante), coincidiendo con la festividad cristiana de San Juan. A lo largo de nuestra geografía, la noche se enciende bajo las llamas de grandes hogueras, los más valientes saltan por encima del fuego o caminan sobre las brasas.

Pero en el Mediterráneo se practicaban esas costumbres mucho antes: en el solsticio de verano, los griegos dedicaban unos festejos al dios Apolo (que conduce en su carro al sol a través del firmamento), en los que encendían grandes hogueras purificadoras. Los romanos también dedicaron a Minerva, diosa de la guerra y de la sabiduría, unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas.

Hay quien relaciona las hogueras de San Juan con los fuegos de Beltane, de origen celta, que se celebran en el mes de mayo, y en el que se dejaba vía libre al desenfreno sexual, en aras de la fertilidad. Sin duda, gran parte de ese espíritu permanece aún vivo.

Yoga en el centro de Manhattan

Los neoyorquinos también han encontrado su manera de dar la bienvenida al verano, de una forma muy original y nunca antes vista: el miércoles, unas 14.000 personas acudieron a Times Square con sus esterillas y su ropa de fitness para practicar su particular saludo al sol con motivo del solsticio de verano en una multitudinaria clase de yoga gratuita. Los turistas contemplaron asombrados esta concentración, que copó las calles más transitadas de Manhattan.

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