Las salas de La Coracha del Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM) de Málaga ofrecen desde este jueves la exposición 'Caballero/Pedroche/Vargas-Machuca', en la que tres artistas malagueñas, como son Pepa Caballero, Titi Pedroche y María José Vargas-Machuca, exponen cerca de medio centenar de sus obras y muestran, además, una gran obra, 'El Retablo', realizada de manera conjunta.

Las obras se exponen por primera vez al público y han sido realizadas, fundamentalmente, a partir de 2009. Esta exposición, que ha sido presentada este jueves por el concejal de Cultura, Damián Caneda; la comisaria de la muestra, Tecla Lumbreras, y las propias artistas, podrá visitarse hasta el 2 de septiembre, en horario de 10.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 21.00 horas, de martes a domingo.

Se trata de una exposición colectiva de estas creadoras de dilatada trayectoria artística que, a pesar de las distintas visiones y formas de interpretar y ejecutar el arte que tienen, han realizado un proyecto común, que se convierte en una de las peculiaridades de la muestra. Este trabajo es el fruto de un constante diálogo entre ellas, consiguiendo un resultado coherente e interesante.

Aunque podrá verse la obra individual de cada una, la obra 'Retablo' que se presenta en la exposición aúna el trabajo de las tres, un ejemplo de trabajo en colaboración y horizontal entre creadoras, que sirve de base para presentar al público sus últimas producciones.

La comisaria de la exposición ha indicado que, "tras muchos años de experiencia profesional, Pepa Caballero, Titi Pedroche y María José Vargas-Machuca están consideradas como tres de las artistas más relevantes de la escena artística malagueña", aunque ha dicho que su presencia sigue siendo "una novedad en el panorama expositivo si la comparamos con la de otros artistas varones de su misma generación".

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El retablo:

Pieza a seis manos'

A diferencia de otras exposiciones colectivas anteriores, una de las singularidades de esta muestra consiste en la presentación por las creadoras de una obra en común.

Siguiendo la estela de las 'piezas a seis manos' pintadas por Andy Warhol, Jean Michel Basquiat y Francesco Clemente, durante seis meses las artistas han trabajado de manera individual en pequeños lienzos, de 24 por 19 centímetros, sin renunciar a un lenguaje artístico propio, que va de la abstracción geométrica o matérica a la figuración.

El resultado es un gran retablo, de 75 centímetros de alto por ocho metros de largo, con sugerentes combinaciones de color —rojos, azules, ocres y dorados—, que aúna la pintura y el 'collage', imprimiendo al conjunto un carácter casi religioso.

En cuanto a las obras expuestas, destaca de Pepa Caballero (Granada, 1943) el formato, tomando como unidad básica lienzos que, en ocasiones, se agrupan formando dípticos o trípticos que muestran variaciones de composición y color. O bien se presentan solos, a través de soluciones bicromáticas, azul-negro o rojo-negro.

A pesar de que su pintura no es formalmente figurativa, la autora la conecta a sus observaciones sobre los cambios de luz en la naturaleza o la obra pública, o a obras concretas de la historia del arte, aunque si le preguntas sobre el significado último de sus cuadros, contesta con la conocida sentencia de Frank Stella: "lo que ves, es lo que ves".

Las 'Entretelas', de Titi Pedroche (Valencia, 1942), constituyen un conjunto de 16 obras, realizadas entre 2008 y 2012, que parten de una forma de hacer característica en esta creadora. La textura de la tela asociada al plano y el color como elemento constituyente para la percepción espacial y la visión en profundidad.

También muestra la influencia que el arte de otros artistas y otras culturas han tenido sobre ella; entre otros, los vibrantes campos de color de Mark Rothko o las caligrafías de Joan Hernández Pijoan, pero también las manifestaciones artísticas tradicionales del Norte de África e India, o el ceremonial cristiano.

Por su parte, los recuerdos de la infancia y adolescencia están en la base de los trabajos actuales de María José Vargas-Machuca (Málaga, 1949). Lejos de los lenguajes más abstractos de sus compañeras, la artista se mantiene fiel a sus narrativas figurativas bajo formas muy diversas. La mayoría de sus pinturas, entre 2011 y 2012, son recreaciones en blanco y negro de antiguas fotografías del álbum familiar, retratos de ella, de su familia o de compañeras del colegio.

Ha aclarado que usa las imágenes como simples modelos para retratar las emociones e inquietudes que le provocan los motivos. De tal manera que el asunto trasciende su particular historia para convertirse en una semblanza general de esa etapa tan vulnerable del ser humano. Además, están sus trabajos tridimensionales, esculturas de bulto redondo, cajas e instalaciones, donde manifiesta la vieja reivindicación vanguardista de integrar arte y artesanía.