Proyecto Artik, rumbo al Ártico en busca de respuestas sobre el cambio climático

  • Pablo Peláez y Carlos Gosálbez sobrevolarán el Átlántico y el Ártico en una avioneta de un solo motor jubilada por la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos.
  • Entre sus retos: la meteorología adversa, la falta de combustible e incluso los osos.
  • Su reto: comprobar de primera mano los efectos del cambio climático hablando con los investigadores de las bases científicas y los indios Inuit y Creek.
  • Blog: El proyecto Artik, un viaje de verdad.
Carlos Gosálbez y Pablo Peláezvolarán desde Robledillo (Guadalajara) a las regiones árticas.
Carlos Gosálbez y Pablo Peláezvolarán desde Robledillo (Guadalajara) a las regiones árticas.
Carlos Gosálbez y Pablo Peláezvolarán desde Robledillo (Guadalajara) a las regiones árticas.

Pablo Peláez (que cumplirá 50 años en vuelo) y Carlos Gosálbez (71) son pilotos. Durante seis años volaron juntos, Carlos como comandante y Pablo como su segundo. Y son también muchas más cosas. Son aventureros y comparten una filosofía de vida muy particular, humanista, solidaria y naturalista. Están preocupados por el cambio climático y la destrucción de la naturaleza por parte del hombre.

Pablo además es músico y poeta. Carlos tiene una bodega ecológica, la primera en recibir certificación de Aenor por controlar su emisión de anhídrido carbónico hasta el punto de saber exactamente cuantas emisiones producen con cada botella.

Este martes ambos despegarán juntos de nuevo dejando atrás los campos de Guadalajara rumbo al Círculo Polar Ártico. Sobrevolarán vastas extensiones heladas con vientos y osos imprevisibles parando en bases científicas y poblaciones indígenas para recabar información sobre la acción del hombre en la naturaleza. Su intención es compartir sus vivencias desde el blog Artik, alojado en 20minutos.es y en un documental (llevan una cámara exterior y otra interior en el avión, además de una tercera con trípode). Tal vez también, quien sabe, en un libro posterior.

Es un viaje de expiación originado por Carlos y por la irrupción de una avioneta veterana: una Maule que perteneció durante 20 años a la Universidad Politécnica de Madrid, y por la que pasaron más de 3.000 alumnos.

¿De dónde sale la idea de un viaje como éste?

CARLOS: es difícil resumirlo. Yo trabajé en el subártico canadiense cuando tenía veintimuchos años. Estaba entusiasmado por volar en una maravilla de avión de la Segunda Guerra Mundial ayudando a construir la presa más grande de Canadá, tardé en darme cuenta de que estaba contribuyendo a un desastre ecológico. Yo vivía al lado de una reserva, en barracones, justo al lado de la colonia de cazadores recolectores que vivía allí. Les compraron las tierras para inundarlas y aquella gente fue desapareciendo. Recuerdo que anegaron una zona ahogando a 500 caribús.  Me enteré después con alegría de que los movimientos ecologistas pararon la presa, aunque el interés económico era grande y al final la terminaron.

Esa espina de mi participación perduró. Yo quería volver solo en un avioncillo ruso para evidenciar el daño hecho por la mano del hombre . Quería hacer hacer algo que hasta nuestras madres entendiesen. Eso fue hace cuatro años. Un día cenando con Pablo salió el tema. Y dije "la verdad es que quiero ir solo. Es un viaje introspectivo, pero si hubiera una persona con la que iría, sería contigo". Lo pusimos en marcha con apoyo institucional y se convirtió en un proyecto muy gordo. Íbamos a llevar dos aviones de más envergadura y científicos con nosotros, pero lo tuvimos que parar.

La primavera pasada me enteré de que la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos iba a vender la avioneta que tenía para demostraciones y retomamos el proyecto inicial: volar con un avión pequeño, con tiendas de campaña, visitando lugares afectados por el cambio climatico.

¿Qué lugares recorrerán, cuál es el plan previsto?

PABLO: el primer salto será a Nantes y luego a Edimburgo para cruzar a Islandia. Allí, dependiendo del tiempo, nos quedaremos un par de días hablando con investigadores que tienen información relevante. De allí pasaríamos a Groenlandia.  No la cruzaremos por que hay cordilleras que requerirían oxígeno y nosotros no vamos despresurizados y puede ser muy peligroso. Lo que haremos es costearla para entrar en Canadá por Iqaluit. Allí hay una serie de campamentos científicos para hacer mas entrevistas. A partir de ahí el viaje cobra otra dimensión y habrá que tomar decisiones diariamente, tendremos que improvisar bastante.

¿A quiénes entrevistaréis?

PABLO:  tanto científicos como a gente local, indios cree e  inuit que llevan generaciones habitando esa zona y tienen mucha tradicion oral. Lo que transmitan tendrá un valor increible. Y en Groenlandia estaremos con Ramón Larramendi, un personaje incalificable con muchísima experiencia en el mundo de la aventura y pionero en muchos viajes. Es un aventurero de los pocos que quedan tipo siglo XIX.

CARLOS: no queremos ser elementos de opinión, pretendemos ser muy asépticos. No estamos cualificados para ello además. Yo lo primero que les diré es que no soy un hombre de ciencia a su nivel, que nos hablen para que lo pueda entender el público.

¿Cuánto cuesta un viaje como éste?

CARLOS: intentaremos hacerlo lo más económico posible, pero no es barato. Sobre todo por el combustible. Son zonas en las que no hay carretera ni llegan los barcos. Al primer puerto al que llegamos solo llega el combustible una vez al año y, desde allí, van sirviendo hacia el norte por vía aérea. Eso lo encarece una barbaridad. Otro ejemplo: en uno de los sitios a los que vamos a repostar hay que llamar con días de antelación porque si no el tipo puede estar pescando a un día de viaje. Por eso nos planteamos incluir en el avión un depósito adicional, pero si llevas más combustible tienes que llevar menos bocadillos de jamón.

PABLO: cuanto menos peso, menos consumo. Llevamos muy poquito equipaje personal. Mucha lana, que no huele. Lo que más nos pesa son herramientas y enseres de acampada, la balsa y el material pirotécnico para cruzar el Atlántico.

CARLOS: a Pablo le quería pesar el otro día hasta el cepillo de dientes. Su mochila pesa 10 kilos y la mía otros 10.

Es sin duda un viaje peligroso. ¿Qué os preocupa más?

CARLOS: lo peor que nos podría pasar es una parada de nuestro único motor en medio del Atlántico, muy difícil pero posible. Y andar por el Ártico con un solo motor también tiene su cosa. Yo lo he hecho muchas veces, pero con cuatro motores. En cualquier caso confío en que es una máquina muy bien hecha. Por otro lado la meteorología del Ártico es increíblemente cambiante, hay que ir midiendo muy bien, controlando mucho. Yo tan al norte no he ido nunca y es un ambiente hostil. Pero hay que relativizar, todos nosotros en la vida ordinaria también nos sometemos a riesgos de forma rutinaria.

PABLO: vas con mucho respeto, no es un viaje de placer. Estamos haciendo una revisión muy profunda del avión para que haya los menores imprevistos posible. Nos preocupan mucho los fiordos en Groenlandia y los puntos en los que vamos a tomar tierra en toda la zona despoblada de Canadá. No va a ser fácil, estaremos juntos en un compartimento pequeñísimo, muchas horas, sabemos que habrá momentos complicados.  Pero nos complementamos bien, él tiene mucha experiencia. Habrá que contar nuestro bagaje como pareja para salir de las situaciones difíciles.

¿Y en tierra?

PABLO: Acamparemos al lado de la avioneta y vamos a llevar unas defensas eléctricas para disuadir a los osos polares cuando hagamos campamentos porque son bastante agresivos.  También hay lobos en la zona más cercana al Yukon, pero es raro que molesten, buscan presas más accesibles. En cambio a los osos les da igual. Te pueden destrozar el campamento.

CARLOS: hay que evitar dejar la comida cerca de la tienda de campaña por que los osos en cuanto huelen algo se acercan. Hay gente que lleva un perrillo porque ladra y los ahuyenta, pero yo no he querido hacerlo porque no sé qué dificultades podría tener el pobre can y no quiero estropearme el viaje teniendo que abandonarlo.

¿Alguna vez habéis hecho algo parecido?

PABLO: en 1991 recorrí Sudáfrica con un amigo aleman. Y hace dos años me enrolé para cruzar el Atlántico en vela.

CARLOS: en todo caso lanzar una bodega. Otro tipo de aventura. Incumplí las máximas de Ramón Areces: "No te meterás en un negocio que desconozcas y no lo hagas con dinero del banco".

¿Habrá más viajes?

PABLO:  la intención es que sea el primero de otros, por lo menos de otro el año que viene. El avión se queda en Canadá y desde allí será más sencillo. Lo complicado es llevar el avión hasta allí.

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