Goya, las duquesas de Alba y Osuna y la condesa de Chinchón protagonizan 'Capricho', última novela de Arteaga

"Las épocas de crisis hacen cambiar el orden de preferencias radicalmente", como ocurrió en España con la invasión napoleónica
La Escritora Almudena De Arteaga
La Escritora Almudena De Arteaga
EUROPA PRESS
La Escritora Almudena De Arteaga

El pintor aragonés Francisco de Goya, la duquesa de Alba, la condesa-duquesa de Benavente y duquesa de Osuna, y la condesa de Chinchón protagonizan 'Capricho', última novela de Almudena de Arteaga, que transcurre en la España de finales del siglo XVIII y del siglo XIX. La obra ha recibido el Premio Azorín 2012 de la Diputación Provincial de Alicante.

La escritora ha explicado, en una entrevista concedida a Europa Press, que con el trasfondo del segundo centenario de la Constitución española de 1812, la Pepa, quería escribir una novela en la que Goya estuviera presente y también personas "que él admirase o con quien hubiese tenido bastante relación".

Ese es el caso de María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, condesa-duquesa de Benavente y duquesa de Osuna, "la mujer por excelencia intelectual, ilustrada e inteligente de la época", que tuvo "mucha relación" con Goya ya que fue "su segunda mecenas más importante", antes de que el pintor "entrase de lleno en la Corte" de Carlos IV.

Otra de las protagonistas es la condesa de Chinchón, cuya madre es la zaragozana María Teresa Vallabriga, y mujer del primer ministro de Carlos IV, Manuel Godoy, que es "la dulzura" y simboliza "a la mujer del momento, la mujer sometida a un destino". Otra persona cercana a Goya, y que tenía "otra virtud que Goya admiraba" es la "seducción" de Cayetana, la XIII duquesa de Alba, la tercera protagonista.

A través de ellas y de quienes les rodeaban, Almudena de Arteaga refleja en 'Capricho' la sociedad del momento, "la historia de España" y la figura "de nuestro pintor más insigne de todos los tiempos".

Así, la obra muestra "los caprichos que existieron a finales del siglo XVIII" en España y "cómo vivía todo el mundo, no solamente las duquesas, porque este libro es una crónica social, como la que hizo Goya en su momento con su obra" y que "yo he intentado hacer con la literatura, humildemente".

Según ha precisado, "todos los personajes son reales, desde los dueños de los mesones, los nombres de los mesones, los pasteleros, los joyeros, las manoleteras, los toreros", salvo el personaje de la sombrerera, criada de la duquesa de Osuna.

La novela es narrada a través de esta última, María Josefa Pimentel y Téllez-Girón, personaje que "tenía clarísimo desde el primer momento", una "gran desconocida" y que De Arteaga quiere "rescatar del olvido", mostrar su personalidad y la labor de mecenazgo que realizó en ese momento.

Dos años y medio de documentación

Almudena de Arteaga ha realizado una intensa tarea de documentación y si bien en este caso poseía parte del trabajo realizado de libros anteriores, ha estimado que ha podido dedicar dos años y medio a esta tarea para realizar este libro.

Según ha comentado, "si no documento hasta cómo se hacían los pasteles, no estoy satisfecha porque creo que la novela histórica de verdad debe ser así, sin cometer anacronismos e intentando buscar esos detalles ya perdidos que existieron".

Además, a través de los diálogos de los personajes, incluye en la novela las diferentes teorías documentadas que había en la época sobre los sucesos que ocurrían y por eso "los diálogos son tremendamente veraces".

No obstante, ha aclarado que "no pretendo ser catedrática de Historia", sino que "enseño el momento y estimulo las ansias de saber del lector, a parte de entretenerle" y ha asegurado que está totalmente satisfecha si al acabar el libro el lector "quiere seguir indagando" en la historia de España.

Ha agregado que hay informaciones que estuvo investigando una mañana entera "y se quedan reducidas a dos reglones en la novela" porque querer incluir un exceso de información puede suponer que el lector "cierre el libro y no siga leyendo" ya que "se rompe el ritmo, que es importantísimo en una novela". Al final de 'Capricho', la autora aporta numerosa bibliografía.

Almudena de Arteaga ha agregado que también ha escrito algunos ensayos "porque me cansé de que los profesores de Historia me dijeran que me falta tal dato o tal fecha" en sus obras.

Espacio para la ficción

La escritora ha indicado que siempre hay espacio para la ficción en las novelas históricas porque "es difícil encontrar documentos que hable de cosas muy íntimas" y ese es el ámbito donde se puede crear, "siempre sin falsear la historia" y por eso, por ejemplo, que "la duquesa de Alba y Godoy tuviesen un amorío creo que no cambia nada la historia de España", además de que es algo "que se decía y comentaba" en el momento.

En este sentido, De Arteaga se ha referido al elemento de intriga de la novela, el cuadro de Goya de 'La maja desnuda', que "estuvo escondido mucho tiempo" y "era un cuatro muy obsceno que perseguía la Inquisición".

"Dónde está el cuatro, quién se lo ha llevado, quién es el que lo quiere" y "quién es realmente la maja" son las preguntas que entretejen la trama de 'Capricho', asunto sobre el que la autora aporta su opinión personal "en la última línea de la novela", además de escribir una nota de autor al final, con todos los ensayos escritos sobre esta cuestión.

A su entender, "la incógnita seguirá por siglos" porque si bien "puede aparecer en un archivo un documento inédito" que diga quién es la mujer retratada en 'La maja desnuda', ha estimado que "creo que eso no lo ha escrito nadie".

Al respecto, ha manifestado que el duque de Alba, padre de la duquesa actual, "desenterró el cadáver de la Cayetana que es protagonista de la novela" para realizar un estudio "y ver si coincidía la fisonomía de 'La maja desnuda' con la de ella y lo que descubrió en ese estudio no está publicado, pero eso lo cuento en la nota de autor y son cosas de ensayo, no de novela".

Caprichos y banalidades

Almudena de Arteaga ha explicado que la novela comienza "llena de caprichos y banalidades, unos más banales que otros, porque hay de todo", como la construcción encargada por la duquesa de Osuna del Palacio El Capricho, que sigue existiendo en la actualidad y es el Parque de El Capricho, en Madrid.

Sin embargo, "llegan los problemas", con la invasión francesa de 1808 y la Guerra de Independencia, y "se olvidan esos caprichos y el orden de preferencias cambia radicalmente", esto pasa en esta novela, si bien, como "siempre hablo de esperanza, la novela concluye cuando todo eso termina y se empiezan a tener otra vez ganas de cosas menos importantes".

La autora ha hecho un paralelismo con la actual situación de crisis económica y aunque "menos mal que no tenemos un ejército invadiéndonos, sí hay personas que lo está pasando muy mal" y también ha cambiado el orden de preferencias y en vez de pensar en cambiar de coche, se piensa "en cómo pagar el alquiler o la hipoteca de la casa".

En el caso del libro, "con la invasión francesa todos perdieron" y las tres protagonistas "perdieron sus casas, vieron como sus palacios eran invadidos y convertidos en cuarteles" y "como las obras de arte que habían coleccionado durante años se las llevaban" y "les expolian todo".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento