Lápidas con mucho arte

Dejando a un lado la aprensión y el sentimentalismo que causan los cementerios, recorrer el General de Valencia se presenta como una actividad cultural, casi museística.
Algunas lápidas, con estrellas de seis puntas grabadas.
Algunas lápidas, con estrellas de seis puntas grabadas.
J. C. Barberá.
Algunas lápidas, con estrellas de seis puntas grabadas.
Así lo refleja un informe elaborado por el Consell Valencià de Cultura (CVC) y contrastado in situ por 20 minutos: lápidas con claros signos masones (despreciados en la época franquista) o judíos (con la estrella de David), evangelistas o de extranjeros.

Otras con inscripciones tan literarias como «La parca inexorable arrebató a doña ...,  en su temprana edad de 32 años. La memoria de sus virtudes sin duda se halla inscrita en el libro de la vida. La de sus lúgubres despojos queda consignada en este sepulcro» u otra que reza «que fue asesinado alevosamente la noche del ...». «Nació, vivió y murió, como todos» o «Todo se acaba», son también epitafios grabados en algunas lápidas.

Personajes ilustres

La zona del Cementerio Civil, que acoge la mayoría de los sepulcros más curiosos, alberga también a personajes tan ilustres como Constantí Llombart, Vicente Blasco Ibáñez o Félix Azzati.

Sin embargo, el propio organismo cultural propone, como ya informó 20 minutos el viernes pasado, que se protejan «tan históricos monumentos» y se declaren bien de interés cultural.

Losas rotas, inscripciones desaparecidas, socavones o matojos descontrolados de hierba son algunas de las cuestiones que más preocupan al CVC, que exige también más vigilancia contra el vandalismo y técnicos expertos que cataloguen estas piezas patrimoniales.

Por tanto, proponen que el cementerio se convierta en un jardín y un museo al aire libre, al estilo europeo.

Trasladar a Blasco Ibáñez

Los restos del autor valenciano Vicente Blasco Ibáñez podrían desplazarse al corazón de la ciudad si la Administración acepta la petición del Consell Valencià de Cultura. Los restos del escritor llegaron a Valencia en 1933 y fueron depositados en el Cementerio General, a la espera de un sarcófago adecuado y un mausoleo. Mariano Benlliure lo construyó dos años más tarde y, de momento, está expuesto en el antiguo convento del Carmen, donde piden que sean trasladados los restos de Blasco.

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