En los próximos meses es posible que empiecen a sonar en Madrid nombres como Collado de Guadarrama, Chinchón de Oreja o Pelayos de Valdeiglesias.Tampoco sería descabellado que El Escorial y San Lorenzo del Escorial dejaran de ser dos municipios diferentes, o que solo hubiera un Guadalix. Al menos ese sería el deseo de la Asamblea, que este miércoles presionó a los ayuntamientos poco poblados de la región para que se fusionen.

La Comisión de Duplicidades aprobó un dictamen en el que insta a los pueblos menores de 20.000 habitantes a que se unan para formar localidades mayores y reducir sus gastos. "Para lograr una gestión eficiente de los servicios públicos se necesita tener una población suficiente", concluye la Comisión. El límite citadopor el documento afectaría a la gran mayoría de los pueblos de la región: de los 179 municipios madrileños, 156 tienen menos de 20.000 residentes (ver mapa).

El objetivo de la Asamblea es ahorrar dinero, principalmente en seguridad y servicios sociales. La Ley de Bases de Régimen Local obliga a los municipios con población superior a 20.000 habitantes a «prestar protección civil, servicios sociales, prevención y extinción de incendios e instalaciones deportivas de uso público». En los núcleos menores, es la Comunidad quien debe prestar esos servicios. Pero si se fusionan, el Ejecutivo regional evitaría gastar en bomberos, centros sociales o emergencias.

El dictamen también pide que Aguirre "apoye las iniciativas de fusión o agregación de municipios que voluntariamente se pongan en marcha", y propone que la Comunidad ceda a los ayuntamientos las competencias de escuelas infantiles y bibliotecas.

La región ha entrado en una ola fusionadora que no se veía desde los años 50, cuando las  antiguas villas de Barajas, Vallecas o Vicálvaro se anexionaron a Madrid. En los últimos tiempos, la moda era segregarse, como Tres Cantos de Colmenar (1991) o los intentos independentistas de barrios de Camarma o Algete.