En su larga existencia, uno de los festejos más antiguos (data del siglo xvi), protegido como fiesta tradicional, sólo se interrumpió durante la guerra civil. Desde entonces, llevaba 65 años seguidos celebrándose.
La concejal de Urbanismo, Sonia Castedo, dijo ayer que la reforma podría estar «lista para el 15 de agosto» y acabada «a final de mes», pero las fiestas se tenían que celebrar entre el 11 y 17 (San Roque es el día 16).
Juan Olmos, presidente de estas fiestas, denunció que (desde el Ayuntamiento) «no se nos haya dicho nada todavía».
En tono duro, comentó que «o se celebra todo o no se hace nada».
Y no hay alternativa: todas las plazas del casco antiguo (del Puente, del Carmen o Quijano) están en obras, y la de Santa María, ocupada por La faz de la eternidad.
Ni ‘tomatina’ ni tampoco ‘banyà’
Las fiestas en honor al santo varón natural de Montpellier e hijo de un gobernador de la corona catalano-aragonesa deberían comenzar el día 11 de agosto, con el pregón y una picaeta. En días sucesivos, estaba previsto un concurso de paellas, juegos infantiles, verbena nocturna, teatro, la procesión en sí y lo más divertido: la tomatina y la banyà. Pero será otro año.
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