Junto a otras 300 personas, Lazo pasará la noche haciendo cola para obtener el permiso de retorno que le permitirá volver a España tras viajar a su país.
Igor ha hecho 10 horas de cola ese día, pero le quedan otras tantas para que la delegación se digne a atenderle.
Llegaron a la cola a las 5 de la mañana y los propios inmigrantes, organizados por su cuenta ante la despreocupación de la administración, les dijeron que tenían el puesto 226.
Durmiendo en la calle
Las puertas de la delegación se cerraron a las tres de la tarde sin que hubiera llegado su turno, así que también ella, a sus 41 años y tras siete de residencia legal en España, no tendrá más remedio que dormir en la calle para poder pedir a la Delegación del Gobierno el permiso de retorno para su hija Valentina, de 16 años.
"Me siento decepcionado", lamenta su marido, que no comprende porque la administración no agiliza el procedimiento.
El catalán Josep Botell, que pasó dos días en la cola junto a su novia mexicana, Cyntia Márquez, ha pasado de la decepción a la acción y, tras la experiencia, todas las noches se acerca a la permanente cola para recoger firmas para denunciar la situación.
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