Si el lunes llegamos a los 41 a las dos de la tarde, ayer amanecimos con 18. Así que con el agua en los talones viajó el bilbaíno que no se percató de la lluvia hasta que pisó el adoquín humedecido.
Quien el lunes vio atardecer en el mar ya advirtió que por el horizonte venía negro. En Bilbao con helados, pero en la playa, ya poniéndose la camiseta, que cómo ha refrescado.
Pena para los playeros, pero bien para el refresco del trabajador, que desayuna hollín de obras cada mañana.
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