Los toros de la ganadería sevillana de Miura cumplieron un año más con la tradición y, en un encierro multitudinario, protagonizaron la carrera más rápida y limpia de las fiestas.
No obstante, la propia velocidad de los animales hizo que fueran varios los mozos golpeados y que uno de ellos sufriera una herida por asta en el abdomen.
La ganadería de Miura es la más tradicional en los encierros de los Sanfermines y la que menos heridos por asta ha dejado a lo largo de la historia.
Por este motivo, es siempre la elegida para la carrera de los domingos, que es la que reúne a un mayor número de mozos, y que hoy se realizó en 2 minutos y 13 segundos.
A lo suyo
Con el cohete lanzado a las ocho en punto de la mañana, la manada abandonó los corrales de Santo Domingo encabezada por dos mansos que, sin embargo, pronto fueron adelantados por tres de los bureles.
Así llegaron al encuentro con los primeros corredores, que enseguida fueron superados por los toros dado el fuerte ritmo que estos imprimieron al encierro.
Sin prestar atención a los mozos que se agolpaban contra las paredes, la manada llegó a la Plaza del Ayuntamiento que cruzó a igual velocidad, aunque uno de los astados se arrimó al vallado por la derecha y eso hizo que varios corredores se vieran en peligro y que uno de ellos fuera alcanzado por las astas.
Sin incidentes
La calle de Mercaderes la superaron sin incidencias y algo estirados, aunque al llegar a la curva de la Estafeta varios de los toros, con pesos que superan los 650 kilos, chocaron con el vallado, pisaron a algún corredor y, sin llegar a caer al suelo, perdieron el ritmo por unos segundos y así se reagrupó la manada.
En Estafeta los corredores rodearon al grupo que hizo unido el recorrido y sin prestar atención a los mozos, lo que permitió que alguno incluso les tocara los lomos, algo prohibido por el riesgo que conlleva.
Telefónica transcurrió sin grandes percances y a una velocidad algo menor, por lo que dos mansos tomaron la cabeza para conducir a los de Miura hasta el callejón de acceso a la plaza de toros, que superaron sin dificultad.
Ya en el coso los dobladores no tuvieron que esforzarse para introducir la manada en chiqueros puesto que sin entretenerse con los corredores que les esperaban en el ruedo siguieron su camino en dos grupos separados por escasa distancia que guiaron los mansos.
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