Detector de realidades

El laboratorio de teledetección de la Universidad archiva desde 1984 las imágenes que recibe. En breve llegará señal de dos satélites rusos.
Imágenes satélite cedidas por el laboratorio. Se aprecian los cayucos en la costa.
Imágenes satélite cedidas por el laboratorio. Se aprecian los cayucos en la costa.
Imágenes satélite cedidas por el laboratorio. Se aprecian los cayucos en la costa.
Tienen nombres como Terra y Aqua, son satélites americanos, están situados a 740 kilómetros de altura y envían imágenes cuatro veces al día.«Desde el sur de Mauritania hasta Finlandia nos podemos acercar a parcelas de  250 metros», comenta el director del Laboratorio de Teledetección de la Universidad de Valladolid, José Luis Casanova.

Reciben también imágenes de los chinos y el año que viene contarán además con otros dos satélites rusos que reducirán la distancia de observación a 42 y 50 metros.

Las posibilidades son infinitas, la información está ahí, llega todos los días.

Todo esto, ¿para qué?

Han llegado a contratarles para ver dónde se albergan los bancos de peces, pueden observar los cayucos que se desplazan desde África a nuestras costas o dónde se esconden yacimientos arqueológicos.

Cualquier propuesta podría ser viable, con la teledetección es posible seguir incluso las plagas de langosta. Archivan todo desde 1984, con lo se puede estudiar la evolución de la masa forestal, de las superficies cultivadas o hasta dónde llegaron las inundaciones.

Cambio de chip

Llevan años ofreciendo sus servicios a instituciones, y aunque les cuesta entender las ventajas, «poco a poco, gracias a las películas, nos hacen caso. Sólo hacen falta ideas y personal que se dedique a organizar la información, pero, claro, hay que gastar dinero».

Ya han trabajado para Francia, Túnez, Argelia o Italia porque sólo hay seis laboratorios de estas características en el mundo.

Ahora falta que en Castilla y León usemos más nuestros propios recursos.

La clave de los incendiosUna de las aplicaciones mejor explotadas del laboratorio es la detección de incendios, porque facilitan las coordenadas exactas a los equipos de extinción. «Antes, cualquier habitante de la zona, al ver el humo, sabía en qué páramo o zona se encontraban las llamas. Hoy día ya no», aseguran. Pero la prevención es otra de sus ventajas. Debido a la temperatura, al tipo de vegetación y otras muchas variables pueden avisar en dónde existe riesgo de incendio con días de antelación.

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