David Trueba: "Los gobernantes siempre han traicionado al pueblo español"

El escritor y director de cine David Trueba (d) durante la presentación hoy de su largometraje "Madrid, 1987", que protagonizan José Sacristán (i) y María Valverde (c).
El escritor y director de cine David Trueba (d) durante la presentación hoy de su largometraje "Madrid, 1987", que protagonizan José Sacristán (i) y María Valverde (c).
EFE/Emilio Naranjo
El escritor y director de cine David Trueba (d) durante la presentación hoy de su largometraje "Madrid, 1987", que protagonizan José Sacristán (i) y María Valverde (c).

El cineasta David Trueba estrena este viernes la película Madrid, 1987. Sus protagonistas, los actores José Sacristán y María Valverde, que interpretan a un escritor y a una joven estudiante de periodismo, respectivamente, se quedan encerrados -y desnudos- por accidente en un estrecho cuarto de baño. La historia refleja el choque generacional entre ambos.

¿Cómo se encuentra a pocas horas del estreno?

Con menos tensión que otras veces, porque cada vez tienes más experiencia… Estrenar una película es una lección de humildad, porque el designio ya no es tuyo, sino del público y la crítica, y has de atenerte a las consecuencias. Ya no tengo mucho que hacer salvo esperar: es una película pequeña, con poca promoción, así que me queda intentar que la gente se entere de que se ha estrenado.

¿Hacia quién se dirige 'Madrid, 1987'?

El primer objetivo, claro, es no aburrir a ningún espectador. El interés del público forma parte del oficio de dirigir. Es necesario implicarle, merecer el privilegio de que nos esté dando su tiempo. En este caso, la película es un duelo entre dos actores encerrados, que representan dos formas de entender la vida y dos momentos distintos. En Sundance, los americanos hablaban de que María era el mayo de la vida, y Sacristán el noviembre, con todo lo que eso implica.

¿De dónde se ha sacado a esos personajes y esa situación?

Es complicado de explicar… Primero surgió la anécdota central, luego los personajes, y quería situarlos en una España cambiante, que ha dejado la Transición, que es un país europeo que ha entrado en el Mercado Común. Al mismo tiempo, 1987 es el año en que yo empecé a estudiar Periodismo, así que el personaje de María comparte un poco mi perspectiva de entonces. Las películas, por lo general, tienen a ser cada vez más abstractas, pero yo tenía la necesidad de se concreto, y me surgió un guión muy depurado, muy desnudo.

Una película con, casi, apenas dos personajes, diálogos incesantes y apenas un escenario. ¿Por qué tanto riesgo?

No hay un cálculo… Siempre he querido hacer lo que necesitaba en cada momento, aunque es cierto que, al terminarla, pensé: ¡Pero dónde me he metido! Nadie quería producirla, nadie quería que la hiciera, tiene ciertos elementos anticomerciales, un poco turbios… Hasta las teles me dijeron que no la querían. Pero, en lugar de desanimarme, decidí tirar por la calle del medio, y aquí estoy.

Ni siquiera hay música. Renuncia a muchas cosas.

Es muy desnuda… Suena a chiste, porque los protagonistas están desnudos casi todo el metraje, pero es cierto: está hecha con muy pocos elementos, y ese era también el reto. Hay un momento, en la carrera de muchos directores, que necesitas acotar el espacio, destilar las películas, cerrarlas más, y aquí está la mía.

¿Que hay de David Trueba en ese periodista y columnista de prestigio que encarna José Sacristán?

Creo que hay una equidistancia entre ambos. Sacristán es Miguel, un articulista consagrado, con lo que hay una cercanía evidente. Creo que, al escribir una película, siempre te colocas en el lugar de cada uno de los personajes, entiendes sus razones, y creer en ellos. Cuando me ofrecieron escribir la columna de El Pais ya le estaba dando vueltas a esta película, así que fue muy gracioso: era como infiltrarme en el personaje, tener su perspectiva.

Al final de la película reconoce haber citado a una serie de personajes, como Paco Umbral, Rafael Azcona o Fernando Fernán-Gómez.

La retórica de la película es muy de su tiempo, pero más que citas textuales son ideas que les he oído suscribir, que creo haber cambiado pero que quería, en el grueso, transmitir. Era de justicia. Pero, más que citas textuales, quería transmitir su actitud: la de Umbral sobre la gente que le leía, la de Azcona sobre la comida y el cine…

Desde 1987 a hoy han pasado 25 años, ¿qué tal le han sentado a usted?

Sigo teniendo confianza en las cosas, y una mirada bastante constructiva. La edad te hace más sabio, más prudente, pero tampoco fui un joven demasiado alocado y juvenil… Me reconozco en las cosas que decía o escribía hace muchos años, así que creo que, más o menos, me he ido manteniendo. No era un rebelde, no quería romper los cristales del palacio y ahora verme viviendo en él… Más o menos he llevado la misma actitud de siempre. Eso te permite no avergonzarte de determinadas escuelas, no renegar de escuelas. Siempre he intentado seguir una línea coherente, sincera, y dejar que sea la gente la que me ubique y sitúe a partir de mis películas, libros o artículos.

Dice que es optimista… ¿Con la que está cayendo?

La historia de España es la historia de la traición de sus gobernantes al pueblo… Es una tradición histórica: la gente, en los momentos más duros, ha tenido que salir sola adelante, y espero que ahora pase lo mismo. Tenemos que ayudar al otro, actuar con corrección, premiar con nuestra atención a los que de verdad la merecen, y dejar de caer en las mentiras constantes del éxito, la felicidad, el comercio… Hemos de pensar por nosotros mismos, ver en qué mundo queremos vivir y cómo lo queremos construir desde nuestro entorno.

¿Y qué hacemos con los políticos?

Lo primero, no tenemos que dejarnos machacar por ellos, por esa política que nos quieren imponer. Ojo: tampoco debemos negar que somos también responsables, que hemos hecho que las cosas mal hechos hayan imperado y tenido éxito. Por ejemplo, pienso en esos que van mucho de patriotas pero no paran de comprar productos pirateados, ignoran el sufrimiento del de al lado, quieren ganar mucho y no repartir nada… Ser patriota no es solo sentir los colores de la selección, sino esforzarse por repartir. Nos hablaron mucho del triunfo individual, cuando en una democracia es al revés: el triunfo ha de ser el de todos. Pero creo que, tras tanto despilfarro, tras querer ahora pasar al otro extremo, saldremos de esta. Aunque el camino no sea dejar de pagar a los profesores.

Es usted periodista y director de cine: ¿Tienen futuro sus dos oficios?

¡Eso espero! Respecto a eso, creo que hay también una gran mentira: nunca hemos necesitado tanto el periodismo, porque sin periodismo no hay libertad posible. No creo que los periodistas se hayan equivocado tanto: las que han fallado han sido las empresas periodísticas. En cuanto al cine, hay una terrorífica mentira: ¿Que habría sido de esta industria si, en este país, se la hubiera apoyado en vez de defenestrarla, de criticarla? Quizá podríamos presumir ahora de ella. El cine no contamina, no es demoledor con el medio ambiente, no ha perdido su sentido en el mundo. El problema tampoco es de los que pertenecen a este oficio, sino de cómo se han gestionado las cosas. Periodismo y cine son profesiones muy vocacionales, y hay mucha gente joven con ganas de hacer cosas que seguro que salvará ambos oficios. Morirán antes los agoreros que los periodistas, y los profetas antes que los cineastas.

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