Además, se recibe el apoyo de quien no siendo paisano se solidariza por simpatía o por amistad, siempre y cuando, obviamente, no le toque ser rival. Dijo un italiano que opinaba en la Ser que le resultaban chocantes los festejos de algunos países, y exagerada la alegría con la que celebraban. Quizás él sea un excelente periodista deportivo, pero no parece entender de fenómenos sociales.
El aliento a una selección es mucho más que eso, es una avalancha de recuerdos y sentimientos, necesidad de alegría, y todo eso mucho más exacerbado aún, cuando estamos lejos de nuestra tierra. Aunque sea sólo un espejismo, un éxito deportivo para el fútbol latinoamericano nos saca de ser un país pobre, subdesarrollado, y puede convertirnos en el mejor del mundo.
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