Las autoridades mejicanas han causado una pérdida de información antropológica, de valor incalculable, al retirar osamentas de una fosa de la época prehispánica en el estado mexicano de Chiapas, al creer que se trataba de víctimas del crimen organizado, según especialistas.

Las autoridades querían ver si se trataba de algún evento relacionado con el narcotráfico y añadió que se dio aviso al INAH del hallazgo del osario, pero después de haber recolectado los huesos.

El pasado 9 de marzo, el Gobierno informó del hallazgo de 167 osamentas en una cueva gracias a los trabajos de inteligencia, encabezados por la Procuraduría General de Justicia del Estado, cuyos peritos calcularon que los restos humanos tenían unos 500 años de antigüedad.

Gallaga indicó que el lugar donde localizaron los restos, en el municipio de Frontera Comalapa, se ha visto afectado por la recolección inadecuada de las osamentas, que se encuentran en las instalaciones de la Procuraduría de Chiapas, a donde fueron llevadas la semana pasada por personal de la policia.

Debido al movimiento de los restos arqueológicos, se ha perdido mucha información fundamental, y ahora se tiene que cuantificar ese daño. Para ello, el antropólogo Javier Montes de Paz, investigador del INAH, informó de que el organismo está ya a cargo de los estudios del sitio, y está confirmado que son restos humanos de individuos que vivieron hace más o menos mil años.

Los restos se localizaron en una cueva que los mayas utilizaban para ritos o actos ceremoniales. La evidencia que llevó a determinar la cronología, es la práctica de deformación craneana intencional; es decir, que tienen la cabeza deformada del tipo tabular erecta con una variante llamada frontolámbdica, según expertos.

Los huesos presentan excremento de murciélago y hay huellas de exposición al fuego, que son elementos para diagnosticar el origen de los huesos.