El neón sopla 100 velas luciéndose en París

  • 'Who's afraid of red yellow and blue?' ('¿Quién teme al rojo, al amarillo y al azul?') es el nombre de la primera exhibición internacional dedicada a ese elemento.
  • Esta puede disfrutarse hasta el 20 de mayo en París.
  • Se cumplen 100 años del uso de este material (fue ideado en 1912 por el químico francés George Claude).
Imagen facilitada por la colección Frank Cohen de la obra de Jason Rhoades 'Sin título' que forma parte de la exposición 'Who's Afraid of red yellow and blue?' (¿Quién teme al rojo, al amarillo y al azul?), la primera gran exhibición internacional dedicada al neón.
Imagen facilitada por la colección Frank Cohen de la obra de Jason Rhoades 'Sin título' que forma parte de la exposición 'Who's Afraid of red yellow and blue?' (¿Quién teme al rojo, al amarillo y al azul?), la primera gran exhibición internacional dedicada al neón.
EFE
Imagen facilitada por la colección Frank Cohen de la obra de Jason Rhoades 'Sin título' que forma parte de la exposición 'Who's Afraid of red yellow and blue?' (¿Quién teme al rojo, al amarillo y al azul?), la primera gran exhibición internacional dedicada al neón.

Cuando el neón, el argón y el sodio atraviesan un campo eléctrico, estos gases incoloros e inodoros comienzan a irradiar luz fluorescente, materia prima que por primera vez protagoniza, en su vertiente artística, una exposición en París.

La muestra 'Who's afraid of red yellow and blue?' ('¿Quién teme al rojo, al amarillo y al azul?'), que también es el título de una de las piezas, es la primera gran exhibición internacional dedicada a ese elemento, que iluminará la Maison Rouge parisina hasta el 20 de mayo.

Más de un centenar de obras, históricas o inéditas, reflejan las posibilidades de esta materia que ha sido tratada por todas las expresiones artísticas.

Las salas de la exposición recogen distintas temáticas del movimiento fluorescente, con títulos como A contracorriente, La luz rota, Crisis, Sobreexposición o Sueño, eclipse, extinción.

100 años

Aunque en rigor no sea más que "una simple línea de luz que permite poca manipulación más allá de doblarla, torcerla y elegir su longitud y su color", a juicio del comisario de la exposición, David Rosenberg, "esa torsión abre mil posibilidades" si es utilizada para explorar el lenguaje, la filosofía, el diseño o la escultura. "Lo interesante es que se trata de un material simple, hosco y superado por otras tecnologías; un material antiguo que justo ahora cumple 100 años", indicó Rosenberg.

Según se explica al visitante, ese invento ideado en 1912 por el químico francés George Claude, que fue presentado en la Exposición Universal de París, patentado y vendido a la compañía Packard, empezó a inundar las calles en los años veinte del siglo pasado.

En la década de los treinta, el fotógrafo y pintor húngaro Moholy-Nagy profetizó que los juegos de iluminación nocturna en las grandes ciudades constituían un "campo de expresión" que no tardaría en encontrar sus artistas.

Y así ocurrió: la luz fluorescente llegó al mundo del arte en los años cuarenta, cuando pioneros como Gyula Kosice y Lucio Fontana comenzaron a trabajar esta modalidad en sus pinturas y esculturas.

Pero hubo que esperar a los sesenta para que los artistas se vieran realmente "iluminados" por esa luz, con tres focos, EEUU, Italia, Francia, y un grupo de unos quince artistas que según el comisario abrieron "todas las puertas posibles". Gente como Martial Raysse, que trabajó con la pintura y la imaginería pop; Bruce Nauman, que unió la escultura y las instalaciones; François Morellet, que se sirvió de la geometría, o Piotr Kowalski, que exploró las palabras y la poesía.

Los colores fluorescente y la sinuosidad de las líneas sirven para destacar palabras simples, que flotan solitarias y adquieren volumen en medio de los muros blancos sobre los que se exhiben. Los fragmentos de frases presentes en la exposición, irreverentes, descarados, en algunos casos hasta nihilistas, interrogan al espectador, le desafían y le hacen reflexionar o soñar.

Juegos de palabras, como un cartel que de forma intermitente indica "Error" y "Terror", u otro que reza "Todo menos rojo" mientras se ilumina precisamente en este color, muestran los tintes vanguardistas de buena parte de los artistas que han trabajado con este elemento.

En opinión de Rosenberg, todas las obras que juegan con el lenguaje "transforman las paredes en páginas", así que el visitante se encuentra ante una especie de "libro desplegado" al que las salas del museo le sirven de soporte. La "red light" de la que Police quiso apartar a Roxanne en su famosa canción homónima se desprende aquí de ese matiz sórdido y adquiere, según él, una belleza "perturbadora pero fascinante".

Todo porque a ojos del comisario, el neón "es una suerte de soplo, de respiración poética encerrada en tubos de cristal".

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